ESA ALEGRÍA DE GRITAR CAMPEÓN – Caravana interminable y festejos en la ciudad

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Argentina es campeón de la Copa América y en el país, en cada rincón, se festejó. Esa alegría y ese desahogo que acarrea también meses de tristezas –por la pandemia- y años de no poder gritar capeón.

Esa unidad que tan bien le sienta a la Argentina, en donde todos comparten los mismos sentimientos, todos tiran para el mismo lado, y la felicidad inunda el corazón. Así se vivió anoche, y va a quedar en la mente de las personas, las caras con sonrisas eternas.

Claro, no se puede olvidar a aquellos que la siguen pasando mal, que están perdiendo seres queridos, que esta inmensa conquista en el Maracaná no le pudo arrancar una mueca de satisfacción porque la tristeza fue abrumadora.

¿Seguimos en pandemia? Sí. ¿Era lo correcto salir a festejar? mmm, tal vez no.  ¿Se puedo evitar el festejo? No, porque las expresiones populares, genuinas, espontáneas, muchas veces no resisten análisis. Simplemente se producen. Este es el caso. Hubo festejo y fue hermoso.

Parafraseando al Calamaro, en algún recital recitó “entre tanto rigor y habiendo perdido tanto, no perdí mi amor al canto…”, anoche, hoy, sería “no perdí mi amor al fútbol ni el grito de campeón”.

La caravana en el centro de la ciudad fue eterna, de punta a punto, familias, adultos, niños, jóvenes, con amigos, solos. En auto, bicicletas, motos y hasta en camión.

No faltaron las banderas ni los bombos, tampoco las cornetas ni las camisetas en el aire. Los abrazos surgían y los cantitos se iban contagiando.

Argentina campeón fue una gran burbuja en el tiempo. Un paréntesis. La vida que teníamos en el 2019, en donde el contacto era parte de la existencia y nadie suponía que un saludo, un abrazo o un beso podría ser una amenaza.

El calor de la comunidad menguó la noche fría. Ese poder de hacer calidad una madrugada de invierno, que pocas veces se da y se puede ver. El regocijo que tibia el viento y los termómetros, y que tiene que ver, que después de 28 años, con Argentina campeón. Volvimos a ser felices.

Por Melisa Barrios.

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