Gabriel B. tiene 28 años. Sufre esquizofrenia. Está solo en el mundo. Su madre sufre la misma patología y por ende no puede hacerse cargo de él.

El joven estaba al cuidado de su tío, Luis A. Vivían en una casa cedida en el Plan Federal II, de la zona norte de El Trébol, por calle Montevideo en el corazón de Barrio Paso.

Pero Luis – como ya se sabe – decidió quitarse la vida y con él se llevó la última esperanza de Gabriel.

Hoy, se encuentra en su casa, con acompañantes y cuidadores que velan por él todo el día.  Por su enfermedad, Gabriel no puede vivir sólo, ni cocinarse, ni asearse.

Con la muerte de Luis, el joven estuvo unos días en el Hospital, pero su destino debería ser una familia adoptiva o en su defecto una institución.

Su historia

Tras salir de la Escuela Especial, hace algunos años, Gabriel fue a vivir con su tío Luis, que se ganaba la vida de changas. Una persona de muy bajos recursos.

Gabriel, con sus condiciones de capacidades diferentes, poco a poco fue quedando al margen de la sociedad al no gozar ya con programas de inserción deportiva o laborar; una historia que se repite a menudo en los jóvenes discapacitados cuando egresan de la escuela: No hay un sistema preparado en el país para recibirlos e integrarlos.

Sin embargo, hay que buscar una solución urgente para definir el futuro de él. Sin familia, sin amigos, sin su tío, Gabriel es un alma indefensa a la deriva.

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