Hasta el momento hay, al menos, 26 muertos

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El baño de sangre se extiende en Ucrania – Policías y opositores volvieron a chocar en Kiev y en otras ciudades. Entre las víctimas fatales hay 7 policías. El gobierno llamó anoche a una tregua tras recibir presiones de EE.UU. y la Unión Europea para que cese la represión. Tras el día más sangriento en la historia reciente de Ucrania, la violencia no cesaba anoche en Kiev. Con la plaza Independencia en llamas, la batalla campal entre policías y opositores dejaba un saldo de 26 muertos –entre ellos 7 uniformados– y un enorme signo de interrogación se cernía sobre el futuro del país. La posibilidad de una guerra civil era la gran amenaza. Otras fuentes hablaban de 35 víctimas fatales desde el reinicio de las refriegas el martes.

Ayer, en la céntrica plaza de la capital ucraniana, los policías lanzaron sus carros de agua y gases lacrimógenos contra miles de manifestantes –atrincherados en barricadas– que se oponen al giro prorruso del presidente Viktor Ianukovich. A su vez, los opositores lanzaron bombas molotov, piedras y petardos a los uniformados. El cuartel general de la oposición ardía y una densa humareda cubría su barrio. El mismo escenario apocalíptico, con distintas intensidades, se propagaba anoche a otras capitales del este del país, donde grupos de manifestantes asaltaron sedes estatales locales y del Estado y quemaron coches policiales.

Los contactos entre el gobierno y la oposición eran un diálogo de sordos. El presidente Ianukovich anunció anoche una «tregua», aunque endosó la responsabilidad del incendio nacional a la oposición, a la que acusa de promover las revueltas violando el principio democrático de que el poder se obtiene con el voto y no en la calle. «Superaron los límites –sostuvo– llamando a la gente a tomar las armas». Pero la oposición, liderada por el ex campeón mundial de boxeo Vitali Klitschko, acusa al mandatario de no querer replegar a la policía. «Apoyo la tregua para poder negociar», remarcó.

Anoche, el gobierno de Estados Unidos denunció que la violencia en Kiev era «totalmente escandalosa». Al mismo tiempo, Barack Obama pidió a su colega local un freno a la escalada de tensión, mientras analiza con la Unión Europea (UE) la posibilidad de imponer sanciones comerciales a Ucrania si persiste la represión. Las amenazas parecían no haber hecho mella aún en el gobierno: el servicio secreto lanzó un «operativo antiterrorista» en todo el país.

Las protestas en la ex república soviética comenzaron en noviembre. Kiev, en graves problemas financieros, rechazó los reclamos de mayor democratización de la Unión Europea para integrar el bloque y se acercó a Moscú a cambio de la compra de bonos del gobierno, una rebaja de precio del gas que le vende, y un crédito de US$ 15.000 millones a tasas convenientes. La exasperante lentitud de reflejos del bloque europeo ayudó a que el presidente Ianukovich debiera reclinarse en Moscú.

Enseguida, estallaron las protestas en Kiev y el occidente del país, cuya población proeuropea ve a la UE como garantía de mayor democracia y bienestar. El este, en cambio, tiene lazos de idioma y sangre con Rusia desde la era soviética y sus gentes viven de empleos ligados a la economía rusa.

En rigor, Ucrania es vital para el plan de Putin de convertir a Rusia en un poder económico global, que dispute mercados a la UE, China y EE.UU. El control de los ductos de petróleo y gas que atraviesan suelo ucraniano deviene entonces una llave para todo el tablero.

Fuente: Clarin.com

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