“Yo no quiero dinero a cambio de la vida de mi hija»

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Después de la tragedia – Crudo testimonio de la mamá de la jóven fallecida en el accidente. Llego a su casa, en pleno Barrio Guadalupe y me encuentro con un hogar coqueto, bien cuidado hasta el detalle y acogedor. Golpeo la puerta y me abre la puerta Liliana Sartori, la mamá de María de los Angeles. Vestida con remera negra y cabello cepillado, sonríe y saluda. Me hace ingresar al living de la casa y nos sentamos.
Las paredes de la casa están plagadas de fotos familiares y posters de adolescentes. Se nota que la presencia de jóvenes en la casa es constante. El lugar está a media luz y fresco, casi la antítesis del sol y el calorazo de afuera. En leve olor a saumerio le pone la cuota de paz al ambiente que enseguida transmitirá Liliana.
Ella enseguida explicará que desde el año 1994 se encuentra viviendo en concubinato con «Ñafa» Navarrete, que antes había estado casada con quién es el papá de María de los Angeles Falzone, la joven de 14 años embarazada de 7 meses fallecida tras el accidente del 1ª de noviembre que conmocionó a la ciudad.
Dirá que de ese matrimonio tuvo cuatro hijos y que de su actual pareja llegó María Eugenia o «Tucky», una pequeña de 9 años que es la alegría de la casa.
«Soy muy creyente, católica y el Padre Santiago me trajo la Biblia y me vino a hablar. No creo en los Santos pero sí en Dios. Tengo mucha fe». Manifiesta con la voz finita y una sonrisa en el rostro que transmite mucha paz y retoma el relato: «Una semana antes, mi hija tenía pesadillas de que le iba a pasar algo. Aunque nadie lo crea, me contó que había soñado que tenía un accidente. Ese día no la dejé hablar».
Liliana sonríe con mirada bonachona y agrega: «Acepto que Dios me la llevó. Ella hizo casi todo en su corta edad. Hasta estaba esperando un hijo. Vivió intensamente. Dios la dejó hacer todo antes de irse».
La paz del hogr de los Navarrete se mezcla con el llanto de algún bebé de otra de las hijas de Lili y el andar de «Tucky», que revolotea cerca de la mesa donde hacemos la nota. «Nada me va a devolver a mi hija. Me aferré mucho a Dios porque soy muy creyente y esto es lo que me ayuda. Yo perdono a Mariana porque en el corazón yo siento que mi hija me dice que la perdone. Ya hablaré con ella en su momento para decirle que se quede tranquila. Lo que pasa es que ahora está internada en Santa Fe.
Dios le dio una segunda oportunidad para que ella cambie y pueda reflexionar. Lo que me preocupa es lo de aquellos chicos que no cambian, que no valoran la vida, que se accidentan con las motos y vuelven a andar fuerte. Esto es nacer de nuevo y tienen que entenderlo».

El apoyo de la gente
«Quiero agradecer a la gente que me apoyó y me ayudó. A la gente del Club Trebolense y Analía Prinsi que hizo mucho por nosotros. Yo tengo que salir adelante por la fuerza de tanta gente y de Dios». Manifiesta la mamá de María de los Angeles con la mirada iluminada y agrega: «No me enojé con Dios. Yo sé que tenemos que partir en algún momento. Pero una nunca está preparada para perder un hijo. Yo toda las noches le pedía que me proteja a mis hijas. Pero sé que ahora María de los Angeles está mucho mejor ahora con Dios porque en la tierra donde hay tanta maldad … eso me reconforta. Estoy orando mucho porque el alma de mi hija y su hijito esté en paz y eso me hace sentir bien».

El accidente
«Esa mañana ella hizo de todo». Relata buscando en su memoria Liliana. «Preparó la ensalada y nos dejó la comida lista porque habían comido asado. Mariana la pasó a buscar. Yo las retaba siempre a las dos, que no anduvieran en moto por la panza de ella. Yo estaba durmiendo en ese momento que no me avisó que se iba ni me di cuenta. Después mi marido me avisó por teléfono. Yo no estuve en el lugar por lo que no se quién manejaba. Mucha gente le dijo que era María de los Angeles y que llevaba el casco puesto como sombrero, arriba de la frente. Otros me dijeron que manejaba Mariana». Señala sin la voz firme y el semblante triste. «Mariana tuvo por Dios otra oportunidad y ella sabrá decir en su momento quien manejaba. Todo lo que sé es porque me contaron. La gente me dijo que tras el impacto ella ya no duró mucho con vida. Estaba muy golpeada. Yo le pido a Dios que no haya sufrido. El bebé estaba golpeado y los médicos no alcanzaron a salvarlo. Pero son todos comentarios. Yo llegué al hospital enseguida pero nadie me decía nada».
María de los Angeles tenía un gran sueño para cuando cumpliera los 15 años que fue el 6 de noviembre y era la de poder tener una moto. «Su sueño era comprarse la moto y los Inspectores nos dijeron que hasta los 16 no podía manejar, así que desistimos de la idea y ella se enojó. Nosotros no íbamos a hacer algo que estuviera prohibido ni avalarlo».

Su charla con Juan
Liliana fue a charlar con Juan De Giorgis, el joven de 25 años que conducía el vehículo involucrado en el accidente. «Al principio me enojé con el chico que manejaba el auto y su familia porque no nos habían venido a saludar. Pero después nos enteramos que el chico estuvo muy mal y que lo tuvieron que internar. Entonces sentí la necesidad de hablar con él y yo lo perdoné porque mi hija me dijo que lo perdone. Le dije que se reponga porque la vida continúa. Hablé con él y su familia que me atendieron muy bien. Nunca pensé en sacarle dinero y también me enteré que esa familia quiso venir a saludarme en ese momento y le aconsejaron que esperara un poco. Mi hija y yo lo perdonamos porque es una familia que está sufriendo mucho».

Los operativos
«La gente que entienda que los operativos de tránsito están bien hechos. Ayuda a prevenir. Uno debe tomar conciencia de todo esto. Va a ayudar a usar casco, a poner los papeles al día y sacar la licencia. Tanto los grandes como los chicos deben tomar conciencia de esto».

El embarazo:
Al fallecer, María de los Angeles estaba embarazada de 7 meses. «Estaba muy contenta. Su panza era todo y para su novio Hugo también. Cuando quedó embarazada no le dijimos nada. Para ella era como un sueño. Con la familia habíamos comprado todo para el bebé». Añade tristemente la mamá de la víctima.

«Yo no quiero dinero»
Días después del accidente, comenzaron las llamadas y visitas de abogados de la ciudad y lugares como Rosario y Santa Fe. Pero Liliana fue contundente: «Me hablaron muchos abogados y yo les digo que la vida de mi hija no me la devuelve nadie. Si ella partió es porque así lo quiso Dios. Yo no quiero dinero. Yo no podría tener nada que compre con la muerte de mi hija. Si la familia de Mariana quiere hacer algo que lo haga porque Mariana sobrevivió y debe tener seguramente muchos gastos pero yo no quiero nada».

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