“Hakuna Matata por el mundo” y su vida a bordo de un camper que los lleva a cada rincón del planeta

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«Hakuna matata» no es sólo una expresión popularizada por Disney en El Rey León, que significa «no hay problema» en  swahili o suajili, una lengua hablada en el este de África.

También es un término, que dos jóvenes, por entonces de 26 y 30 años, le pusieron a una nueva modo de vida, nacido una tarde de domingo somnolienta, mientras caía el sol en Córdoba y se negaban a caer rehenes de la rutina que los esperaba al día siguiente.

Santiago Bertaina, hoy tiene 33 años, nación en El Trébol y es ingeniero. Carolina Fenoy tiene 29 años, es administradora de empresas y nació en Mendoza, aunque vivió casi toda su vida en San Luis.

Se conocieron en la firma ARCOR, jóvenes, prometedores y con muy buenos puestos de trabajo. Pero no era esa vida la que les llenaba el corazón.

Aquella tarde

Carolina, de visita en El Trébol, la ciudad de su pareja, rememoró: «Una tarde de domingo en 2019, tuvimos una crisis porque el lunes había que volver a la rutina de la oficina. Y empezamos a pensar como cristalizar en nuestro sueño».

A lo que Santiago agregó: «Hace dos años y medio que viajamos. Somos viajeros de pandemia. De hecho, en nuestros inicios, nos agarró en Bariloche y allí tuvimos que estar allí 9 meses. Después llegamos a Ushuaia, hicimos más de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay. Nuestro proyecto nos permite elegir por donde viajar, por donde vivir y como ganarnos la vida. Trabajamos mucho con nuestras  redes sociales y para otras firmas y hacemos merchandising que se vende muy bien. También escribimos un libro. Logramos un equilibrio. El objetivo es dar la vuelta al mundo».

El primer objetivo que se marcaron Santi y Caro fue unir Ushuaia y Alaska. Pero como dicen, nunca un día es igual al otro y los planes cambian. “La pandemia cerró muchas fronteras y eso nos imposibilitó a hacer ese primer objetivo. Así que recorrimos Argentina y luego los países limítrofes”.

Tras dos años y medio de viaje, los “Hakuna Matata x el mundo” (así se los encuentra en las redes sociales), están próximos a comenzar un segundo periplo.

Volver a la ruta

La pareja iniciará en estas horas, una nueva parte de su viaje, yendo hacia el norte. Carolina señaló: «Volvimos a Argentina para cambiar el motorhome. Ahora nos iremos a San Luis, después Chile y seguiremos para arriba. No hay dos días iguales, es una aventura todo el tiempo. Es un aprendizaje constante».

Dueños de una sabiduría única, recolectada en cada kilómetro, estos jóvenes dan una lección de determinación, ingenio y superación. Inspiran a propios y ajenos al escucharlos hablar.

En su haber, ya tienen 50.000 kilómetros recorridos, pero parece que esto recién empieza. “Vamos a recorrer el mundo. Estar juntos nos hizo poder hacer esto. Yo siempre quise hacerlo, pero no lo hubiera intentado sola. Conocer a Santiago me dio ese empujón para lograrlo”.

Viven de lo que les pagan las redes sociales, del merchandising que hacen junto a tres empresas y que venden y envían por el mundo y haciendo trabajos para terceros desde el lugar en que estén.

Convivencia

“No nos cuesta vivir todo el tiempo juntos porque conocemos gente al llegar a los diferentes lugares y eso nos da oxígeno. Además, nos llevamos bárbaro y tenemos nuestros espacios. Caro hace yoga, yo salgo a correr y así vivimos”, explica Santiago.

Si bien, están en pleno cambio de vehículo, sus primeros 5 países, fueron hechos en una VW Amarok y un camper montado arriba y la llaman “La Hakuneta”. Allí, tienen sus tanques de agua, su baño privado, cocina y dormitorio. “Buscamos un vehículo en el que pudiéramos entrar parados y tuviera baño, eso nos hizo elegir este camper”, explicó Caro.

Editaron un primer libro, que se llama “Como vivir viajando y ganar dinero” que se vende a través de la página web, www.akunamatataxelmundo.com.ar y tienen miles de seguidores en las redes Instagram, Facebook y Youtube.

La vida de Caro y Santi sigue mañana en alguna ruta, en algún país, en algún rincón, de montañas o llanuras, de mares o ríos. Con frío o calor. No es lo que cuenta, sino la vida misma que decidieron llevar adelante, que los hace felices. Porque después de todo, sólo hay una vida, eso sí es lo que cuenta.

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