EN SASTRE – Fueron a escriturar un terreno y se enteraron de que le habían donado un predio en 1947

Hay más de un motivo para celebrar en la Escuela Emilio Ortiz N° 803 de la ciudad de Sastre -departamento San Martín-. La institución educativa de la cabecera del departamento San Martín atraviesa días históricos. Luego de finalizar en las últimas semanas las gestiones por una propiedad lindante a la entidad y ponerle punto final a la escrituración, los directivos del establecimiento se desayunaron con que poseen un terreno de 2.500 metros cuadrados que fue donado en 1947 y todos desconocían.

Allí ya tienen un proyecto en marcha que fue presentado al Ministerio de Educación de la Provincia: realizar una huerta, cultivar árboles frutales y criar animales de corral para autoabastecer a su propio comedor escolar. Hasta sueñan con construir una cocina donde se puedan fabricar productos, incluso, dictar clases de gastronomía.

Grabado en la historia

Un viaje para finalizar un trámite de años le terminó cambiando la vida a la Escuela Emilio Ortiz N° 803. El pasado 5 de agosto, directivos de la institución y la Cooperadora Escolar emprendieron el traslado hasta el Ministerio de Educación de la Provincia para finalizar con la escrituración de un terreno lindante al edificio donde hoy funciona el establecimiento educativo. “Ese día va a quedar grabado en nuestra historia porque, al llegar, quien nos atendió nos preguntó si la consulta era por el lote 1, 2 o 3. No sabíamos de qué nos estaban hablando, porque siempre creímos que la institución era dueña de dos espacios: uno donde está el edificio y el otro por el cual íbamos a comenzar el trámite de la escritura”, recordó aún sorprendida la presidenta de la Cooperadora, Beatriz Baravalle.

El lote, hasta el momento desconocido -ubicado en Malvinas Argentinas y Maipú-, había sido donado en 1947 por una familia de quien no hay mayores datos. “La señora que lo regaló es de apellido Vischi y estaba casada con un hombre de apellido Eberhardt. Es todo lo que sabemos”, contaron. El predio, según datan los escritos, estaba destinado a la construcción del edificio escolar. Sin embargo, como la ciudad comenzó a crecer para el sector sur, quedó alejado del ejido urbano. Por eso, quienes estaban al frente de la institución en aquella época, optaron por adquirir la parcela donde actualmente está emplazada la escuela. “El terreno ya está escriturado a nombre de la escuela. El tema era que nadie sabía de la existencia de esas tierras”, describió el tesorero de la Cooperadora, Hugo Tríbolo.

Con este nuevo espacio de 2.500 metros cuadrados disponible, directivos comenzaron con la planificación de un ambicioso proyecto educativo. Se trata de la creación de una granja para criar animales de corral, la plantación de árboles frutales y hasta una huerta. “La idea, también, sería abastecer a nuestro comedor escolar con los propios productos que obtendríamos de ahí. Lógicamente que estaría abierta a todos los alumnos de las demás escuelas de la ciudad y la región para pasar una jornada cuando lo requieran. La propuesta la presentamos a la Región VIII de Educación”, detalló la directora de la escuela, Silvia Junco, quien agregó también que ya tienen en mente ampliar la iniciativa. Sugirieron construir una cocina para dar cursos de gastronomía con los mismos productos que se cosechan de la huerta.

Sin embargo, antes de iniciar el proyecto, deberán cercar todo el predio con alambrado olímpico, llevar servicios y plantar árboles para crear una barrera de viento. Estima que el costo total superará el millón y medio de pesos. “Hay gente que se acercó y se puso a disposición para colaborar desinteresadamente, desde quienes nos ofrecieron semillas, hasta aquellos que pusieron a disposición herramientas para arar la tierra. También hubo personas que ofrecieron profesionales para cuando tengamos animales y haya que capacitar a los chicos”, explicó Baravalle.

A un paso del terreno propio

Desde la Cooperadora escolar vienen trabajando hace tiempo en los trámites para anexar definitivamente el terreno lindante a la institución. El mismo fue donado en 1965 cuando se hizo la escuela, y en los documentos figuraba que ese espacio debía ser destinado a un campo de deportes. Después de arduos años de trabajo, finalmente el trámite está en la etapa final y en poco tiempo quedará de manera definitiva en manos de la escuela. “No se puede usar para otra cosa. Hoy funciona una cancha de fútbol y la intención, ahora, es avanzar con un proyecto que cumpla con el objetivo por el cual fue regalado: la construcción de un campo de deportes”, detalló Tríbolo.

Allí planifican una obra que esperan poner en marcha en poco tiempo. Iluminación, canchas de cemento, y hasta una tribuna es lo que esperan poder llevar a cabo en un futuro no muy lejano. El espacio tiene 45 metros de frente por 83 de fondo, y está ubicado en la intersección de las calles José Hernández y Avenida Belgrano.

Fuente: Rodrigo Pretto – Mirador Provincial