“Agustín tenía su vida programada, por eso no entiendo esto” – Segunda parte – Por Francisco Díaz de Azevedo

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La charla con la familia Zaurín recorría momentos e intensidades. Los climas dependían de las memorias, hubo risas de recuerdos y llantos de dolor.

“A Lucas (Torres)  – el DT de Rugby de Agustín – le pedí la camiseta y yo la voy a usar en el próximo torneo porque Emanuel aún juega. Me quedan amigos del rugby con quienes nos juntábamos a tomar mates para ver los partidos.  Yo no puedo tomar el lugar de Agustín pero si sus amigos quieren ir al río como cuando él estaba yo los voy a llevar. Tenemos amigos en todos lados y Agustín tenía uno en cada rincón. En el velorio le dije a los chicos que confíen en los padres que son los amigos que siempre van a estar”, dice “Jolucho” con el tono de voz firme y la voz carraspeada que lo caracteriza.

Alejandra muestra unas fotos de Agustín con la camiseta de «Los Cardenales» de rugby y otra con el guardapolvos a cuadros de su niñez. Pero la que más le llena de orgullo a su papá es la del niño trabajando con el torno, con mirada de experto y la sapiencia de un grande. 

Esclareciendo rumores

Tras el hecho, hubo algunos rumores en la ciudad que sugerían que la decisión del niño estuviese vinculada a extrañas apariciones en las redes sociales y en internet. Al respecto, Alejandra fue clara:  “Agustín miraba videos de cosechadoras, de carreras, el “Chavo” por YouTube y escuchaba música. Era muy sano. Miraba novelas con su hermana Clarita. Nada raro, tenía Instagram pero no Facebook. Con todo lo que pasó a mí me cuesta decir aún hoy que el robó una camioneta. El no sería capaz de hacer una cosa así. Fue un momento. Y menos de dispararse. En la escuela la pasaba bien, no sufría bullyng. Tuvo sus problemas con nenes en 5º grado de la primaria pero eso pasó hace años”.

Y enseguida se distiende diciendo:  “El papá lo malcriaba y yo lo tenía más cortito. Si quería ir a un cumple de 15 primero tenía que cumplir con la escuela y estudiar para las pruebas. Ahora mismo tenía por delante dos cumpleaños y ya le había pedido las camisas a su hermano, porque era coqueto y nunca se permitiría ir vestido de la misma manera a dos eventos”.

ETD – “Jolucho”. Cómo era Agustín?

“Agus era mi amigo, no mi hijo. Hacíamos muchas cosas juntos, desde pescar hasta todo lo que se hace en un taller. Cada viernes lo iba a buscar a la escuela, tirábamos la mochila en el taller y nos íbamos al río. El fin de semana pasado justamente fuimos.  Pescaba como un grande y manejaba la lancha como un grande. Era un hombre chiquitito”.

Los mates no paran y todos sueltan anécdotas al azar. “Yo tengo que seguir por él. En sus sueños él quería estudiar para tener una fábrica de monotolbas. La abuela le había regalado el Jeep del abuelo y él ya había programado venderlo junto a la moto y comprarse una camioneta. El tenía la vida programada y por eso me llama la atención esto. Nos contábamos todo, hasta las travesuras, que se las ocultábamos a la mamá para que no lo retara”.

El abuelo Ricardo, más sereno detalló: “Era un chiquitito pero un gran personaje y responsable en todo sentido. Nunca te iba a hacer quedar mal. Era respetuoso, conversador directo, contaba chistes, imitaba al “Popo” Giavenno. Los tres hermanos son muy respetuosos. Estoy tan agradecido a la gente por lo que nos acompañó. Fue impresionante”.

La mamá de Agustín tiene la voz serena, el rostro cansado y los ojos visiblemente afectados por las lágrimas.  Manifiesta: “Quiero agradecer a la gente del SAMCo por cómo se portaron, también al chico de la ambulancia que fue un genio lo que hizo en el traslado y a la gente del Sanatorio de Niños que tuvo una atención muy humana y siempre estuvieron a disposición nuestra. Pudimos  estar con Agustín mucho tiempo y hasta pudimos llevar un sacerdote que le dio la unción antes de que se desestabilice”.

Continuará…

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