– Se venía viendo una espiral descendente en los precios de los granos en el mercado internacional que llevó los valores de la soja local del pico de los u$s 330 por tonelada a niveles por debajo de los u$s 290 por tonelada. La semana pasada se registró un rebote y cerró el viernes en u$s 304 por tonelada. La pregunta que queda flotando es: ¿aprovechar esto y vender, o esperar que siga el rebote?
Hay que recordar que la caída de precios se debe a la expectativa del pico de oferta en Estados Unidos. Norteamérica sembró algo más de 34 millones de hectáreas, alcanzando un nuevo récord y con un desarrollo climático hasta aquí impecable. De esta manera, alcanzar o incluso superar el rinde esperado por el USDA (Departamento de Agricultura de Estados Unidos) de más de 3.000 kilogramos por hectárea es totalmente posible.
Frente a esto, los fondos especulativos que venían con una posición comprada la liquidaron rápidamente y pasaron a una posición vendida. Este proceso está en marcha y podría extenderse, toda vez que seguiremos en la carrera de adivinar qué tan buenos serán los rindes.
Sin embargo, el mercado había bajado demasiado rápido, y esta semana los pronósticos se pusieron un tanto más secos. Además de ello las exportaciones semanales reportadas por el USDA mostraron una fuerte reacción a los precios más bajos, de más de 1 millón de toneladas de maíz cosecha nueva y de 2,4 millones de toneladas de soja, niveles extremadamente poco frecuentes.
Pero es importante destacar que no hay amenazas serias a la producción. La calidad de los cultivos hasta este momento es de las más altas de los últimos años, con la etapa de floración de maíz y soja prácticamente superada. Además, teniendo en cuenta que la humedad de los suelos es buena, y que las temperaturas serían menores que lo esperado, el impacto de la seca que se pronostica podría ser menor. En resumidas cuentas, hasta que el mercado sepa qué tan fuerte es el salto de la demanda, no es posible esperar una suba duradera.
Los elementos alcistas que nos es posible imaginar tienen que ver más bien con la reacción de la demanda a más largo plazo, o con una reducción en la intención de producción para más adelante en otros países, como en la región si los valores no repuntan antes.
Teniendo todo esto presente, la respuesta al interrogante depende de la capacidad financiera de mantenerse sin vender, y por tanto sin cobrar, hasta que la recuperación -que sigue siendo potencial- se produzca.
De todas formas, otro de los componentes por los que no se vende tiene que ver con la percepción de que el dólar podría subir como lo hizo en su momento a inicios de este año. Sin embargo, hay que señalar que el mercado ofrece alternativas para vender sin fijar el tipo de cambio, o bien que existen mecanismos para hacerse de dólares con el producido de una venta en pesos: el dólar MEP al que se accede comprando activos financieros en pesos que pueden luego venderse y liquidarse en dólares.
Quienes decidan esperar no deberían correr riesgos e intentar fijar pisos con compra de opciones PUT para noviembre que se abarataron mucho con la baja.