Revuelo por la expulsión de adolescente gitana

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Miles de estudiantes marchan en París por Leonarda – Piden la renuncia del ministro del Interior Manuel Valls y el regreso de la joven, detenida y expulsada a Kosovo, durante una excursión escolar. Son miles,tienen entre 14 y 18 años, y en pocas horas se han convertido en una amenaza para la carrera política de Manuel Valls, el ministro del Interior francés y líder más popular de Francia. Los estudiantes de los liceos franceses bloquearon hoy por la mañana la entrada a sus colegios y salieron a la calle para reclamar el «regreso a Francia» de Leonarda, la adolescente gitana kosovar expulsada cuando estaba en un ómnibus escolar, y Katchik, un armenio que corrió su misma suerte y fue detenido por no haber hecho el servicio militar en su país, tras ser deportado.

«Leonarda», «Leonarda», «Katchik, Katchik» son sus gritos intermitentes mientras avanzan desde la plaza de la Nación, a la Bastilla. De ahí a la plaza de la República con el objetivo de llegar al ministerio del Interior si los dejan. La manifestación fue espontánea, no esta autorizada y los estudiantes marchan dejando atrás un caos de tráfico, bocinas, adhesiones y aplausos de la gente desde los balcones.

Una sola consiga: «Valls, dimisión» reclaman. Le exigen al impetuoso y ambicioso ministro del Interior retractarse y hacer regresar a Leonarda y Katchik «para que pueden seguir estudiando» en Francia.

«Son como nosotros. Viven acá hace muchos anos. Están estudiando, están integrados. Hablan francés. No son un número. ¿Por qué los echan? Es racismo», reclama Lara, una jovencita del liceo Voltaire, en la plaza de la Bastille.

Clemence es una estudiante del Helene Boucher, uno de los 14 liceos bloqueados en París. Dice que se siente «culpable con la situación que están atravesando Katchik y Leonarda», a quienes nunca ha visto. «Nosotros no podemos dejarlos en esa situación. No los podemos abandonar. Hay que marchar hasta que vuelvan», reclama.

Lida es una hija de la inmigración. Sus padres llegaron de Argelia y ella nació en París. «Estas cosas no pueden suceder en el siglo XXI, en el 2013. Es inadmisible. Es derecho a la educación no está siendo respetado. ¿Y la fraternidad y la igualdad dónde quedaron en Francia?, se pregunta esta alumna del Maurice Revel, que marcha hacia la plaza de la República.

Para muchos es su primera marcha, su primera actividad participativa y lo hacen con alegría pero enorme determinación.

«La palabra es movilizarse para el regreso de los liceístas expulsados. Es inadmisible que bajo un gobierno de izquierda uno deba mostrar sus papeles para entrar al colegio. Todo el mundo tiene derecho a la educación», dijo Steven Nassiri, portavoz del sindicato de liceistas FIDL.

Los liceístas reclaman el regreso de Leonarda, que fue deportada a Metriviza en Kosovo junto a sus padres y sus siete hermanos después de vivir 5 años en Francia, y Khatchik Kachatryan, un armenio de 19 años, alumno del liceo Camille Jenatzy en Montmartre en París, que fue expulsado el sábado pasado hacia Armenia, donde está detenido por desertor del servicio militar. Es el quinto joven mayor de 18 años escolarizado que deporta la izquierda desde que llegó al poder.

La inesperada movilización estudiantil pone a Manuel Valls en el medio de una tormenta política y amenaza sus ambiciones de reemplazar al primer ministro, Jean Marc Ayrault, en su cargo. Con el privilegio de ser el político más popular de Francia y sin ocultar sus ambiciones presidenciales, el catalán frances Valls está bajo fuego de sus propios pares socialistas, que consideran que esta decisión «es la gota que rebalsó el vaso». El partido implosionó tras conocer las expulsiones y acusan a Valls de haber perdido no solo los valores sino «el alma socialista», con un procedimiento inhumano».

Los gitanos y cómo proceder con ellos envuelve a Valls en una difícil polémica, donde lo aplaude la derecha y lo repudian los socialistas, ante el silencio del presidente François Hollande. Con la destrucción de los campamentos de los gitanos ordenados por Valls y su decisión de que no pueden integrarse, dos semanas atrás creo una violenta división en el gabinete, cuando la ministra ecologista Cecile Duflou lo increpó duramente y exigio públicamente «la intervención» de Hollande.

Ahora son sus pares socialistas los que ven a Valls como una socialista versión de Nicolás Sarkozy y le cobran públicamente sus desaires y arrogancia, a causa de sus expulsiones. Valls llama a mantener «la sangre fría» e insiste que la eufemística «reconduccion a la frontera» de Leonarda se hizo en » el respeto a la ley». Sus voceros sostienen que sería una «pesimo signo» si Leonarda regresa.

Bruno le Roux, jefe de la bancada socialista en la Asamblea Nacional, dijo que «no había que expulsar a Leonarda». El partido comunista habló de «abominación». «Ni siquiera la derecha se atreve a deportar jóvenes durante el período escolar», denunció Pierre Laurent, su secretario general. «La línea roja se ha cruzado» dijo, mientras pedía la dimisión de Valls.

Se suman los pedidos de renuncia de Valls, especialmente de la izquierda que apoyo a los socialistas en la segunda vuelta electoral para ganar la elección presidencial. El Partido de Izquierda de Jean Luc Melenchon la reclama.

«La vergüenza es ahora. Entreguemos a Valls a Le Pen. Marine Le Pen ha contaminado a Valls», denunció Jean Luc Melenchon, su líder.

Para el gobierno, esta inesperada crisis es una verdadera encrucijada política en el peor momento de impopularidad del presidente François Hollande y el crecimiento espectacular del Frente Nacional y Marine Le Pen. Manuel Valls era hasta ahora el socialista que le hacía frente. Una barrera con políticas tan antiinmigrantes como las del Frente y cercanas a las aplicadas por el sarkozismo.

Si el gobierno cede, a cinco meses de las elecciones europeas que podría ganar el Frente Nacional, puede ayudar a crecer al xenófobo Frente Nacional, que hoy lidera las encuestas y deja a los socialistas terceros.

Si no cede, la crisis entre los socialistas se extenderá y desestabilizará al presidente Hollande y al primer ministro Ayrault porque muchos de sus líderes ya no toleran las políticas filo sarkosistas de Manuel Valls. Amenazan con rebeliones.

La marcha de los estudiantes puede volverse incontrolable para el gobierno socialista y muy difícil de negociar si continúa y se amplía en este clima de impopularidad gubernamental. No solo podría cortarle la cabeza y sus ambiciones políticas a Manuel Valls. Podría degenerar en una crisis mayor, como la que sufrió el primer ministro Dominique de Villepin cuando miles de estudiantes coparon las calles de Francia reclamando contra el CPE y los contratos precarios. De Villepin perdió el «Tour de force» y casi cae el gobierno.

Fuente: Clarin.com

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