«Igual cumplí un sueño»

Lo más leido

Costagrande visita la ciudad – Carolina Costagrande visita a sus padres en El Trébol. Viene de jugar los Juegos Olímpicos en Londres. Vivencias y anécdotas de 15 días inolvidables. Sentada en el quincho de la casa de sus papás, recién llegada de Europa, Caro Costagrande trata de relajarse.

Se la nota aún agotada del periplo y de, seguramente, lo vivido en Londres 2012.

Su equipo, Italia, terminó su sueño en los cuartos de final, pero eso es casi anecdótico, aunque Carolina aún tenga que ponerlo en la «estantería de las cosas en su lugar».

Producida a «la italiana», cada día más mona, a los 31 años, Caro atiende a El Trébol Digital como cuando tenía 25.

«Toda la emoción de los Juegos Olímpicos se vio tapada por el resultado final. Hoy estoy tratando de darme cuenta que igualmente cumplí el sueño de llegar y que hace un tiempo no lo creía posible», señala sobre la perfomance de su equipo en los Juegos Olímpicos y agrega: «Recién ahora me estoy dando cuenta de lo que viví. Italia estaba para más, Japón terminó 3º y nosotros le ganamos. Nos faltó competencia previa, con torneos con emoción. A veces se cree que somos jugadoras expertas y parece que no lo necesitamos. Un Grand Prix nos podría haber dado ritmo y competencia».

En lo personal, Caro es siempre autocrítica. De hecho fue esa manera de ser la que la llevó a ser grande. «Creo que podría haber dado más en lo personal, siendo menos crítica tuve un rendimiento normal. No pude lograr dar la diferencia», dice.

Caro está muy madura. Años atrás, por su autoexigencia, la Costagrande estaría en medio de una crisis casi existencial por un rendimiento no esperado. Hoy sabe que estas cosas «también pueden pasar» y que no la hacen menos grande.

La vida en la Villa Olímpica

Un mundo aparte en los Juegos, es la Villa Olímpica. De la que se habla mucho pero a la que los medios casi no tienen acceso, lo que hace que el mito sea siempre grande. «La Villa Olímpica es fuera de la realidad. Es casi un Reallity. Estaba todo el mundo, la elite en una mini ciudad sólo para nosotros. Me crucé con Carlitos Delfino y los chicos del vóley. Disfruté de Ginóbili y Scola y me saqué fotos con ellos», dice y asoma la primera sonrisa de la tarde.

A medida que pasa la charla, que se extenderá cerca de la media hora, Caro empieza a soltarse. Los micrófonos nunca fueron sus amigos, pero ella acepta siempre una entrevista. Exigirá respeto y privacidad. Cuidará al detalle sus palabras y su imagen. Y se soltará siempre al final. «Pude sacarme fotos con los chicos del Dream Team de EEUU. Estuvieron poco en la Villa Olímpica pero logré sacarme fotos con ellos. Las ví a las tenistas Williams y mucha gente más», cuanta y agrega: «En el Estadio sólo estuve el día de la ceremonia. Fueron cinco horas de adrenalina pura. Entrando estaba Bolt de Jamaica que es un personaje tremendo. Inolvidable todo!»

Sin embargo, ese gran «circo» muchas veces va en contra de la concentración del jugador y el deportista que lucha por una medalla o un diploma. «Los días de descanso eran para entrenamiento. La Villa Olímpica de alguna manera atenta contra el objetivo que uno lleva. Por más que uno no quiera te distraes, intercambias pins con otros deportistas, hablas, te sorprendés cuando ves a las estrellas y el ritmo de la Villa te come si no lo sabés manejar».

Caro se suelta, igual cuida su imagen. Muy lejos está aquella jugadora de Trebolense o Boca Juniors de los años 90. Cambió en todo, o casi todo. Su voz sigue siendo pausada y apenas audible. Su mirada, cansina. Sin embargo, los años, los títulos, los tropiezos y los compromisos, han pulido a este diamante en bruto descubierto por Marito Martinez en la cantera del vóley de Trebolense. En aquellas épocas, parecía que no se le podía sacar un brillo más, porque los tenía todos. Sin embargo, Costagrande evolucionó, superó conflictos internos, enfrentó miedos y conquistó el mundo. Pero más allá de todo eso, no perdió la esencia de buena gente, de humildad y de sencillez.

Caro y Argentina

Carolina pudo reencontrarse con Argentina en la Villa Olímpica. Tras 13 años afuera del país, algunas sensaciones siguen latentes, pero la madurez de la Costagrande ha hecho que se superen cuestiones de la vida que siempre se paran adelante. «El hecho de que Argentina no estuviera en el vóley era mejor para mí porque evité una sensación fuerte, más allá de que siempre quiero que Argentina llegue a jugar una competencia internacional. Yo soy de las dos nacionalidades. Ya no me lo pregunto ni respondo. Argentina me dio mi cuna e Italia el vóley».

Con los viejos por el Thamesis

Juan José y Cuqui Costagrande lograron viajar a Londres para ver a su hija en los JJOO. «La otra parte del sueño fue que mis padres pudieran compartir conmigo las olimpíadas. Concentré todo en dos semanas y estuvo buenísimo. Me ayudaron mucho. Pude estar con ellos después de Japón recorriendo la ciudad y me veían en los partidos. Recién los disfruté más tiempo cuando terminé de jugar, que estuve cinco días paseando con ellos» y agregó: «Fue bueno tenerlos cerca después de una derrota inesperada. Me hicieron el aguante. Me hicieron ver que no hay que mirar lo que faltó, sino lo que logré».

Más artículos

 

Últimos artículos