“No considero a esta Plazoleta como la tumba de mi hijo”

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30 años despues – Eusebio Romero cuenta cómo vivió treinta años la pérdida de un hijo en la Guerra de Malvinas. El Cabo 1º Daniel Romero murió en el hundimiento del Crucero Belgrano. Pasaron 30 años desde que el Crucero ARA General Belgrano se hundió en las gélidas aguas del Atlántico Sur.

El hundimiento del ARA General Belgrano se produjo el domingo 2 de mayo de 1982, durante la Guerra de las Malvinas, a consecuencia del ataque del submarino nuclear británico HMS Conqueror. El hundimiento del crucero argentino (producido fuera del área de exclusión) permitió a los británicos la superioridad naval en la zona.

El ataque causó la muerte de 323 argentinos —prácticamente la mitad de las bajas de ese país en todo el conflicto—.

El hecho generó una polémica en ambos países, al haberse producido fuera del área de exclusión establecida por el gobierno británico alrededor de las islas.

En el Crucero viajaban el Cabo 1º Daniel Romero, Osvaldo Martinez y Oscar Scaglia, de la ciudad de El Trébol. Martinez y Scaglia salvaron sus vidas de milagro, pero Romero pereció en el ataque.
Hoy, de ese hundimiento, quizás la bisagra en la Guerra de Malvinas, se llora en la ciudad la pérdida de Romero.

Su padre Eusebio, en el 30 º aniversario de su muerte señaló: «Yo no considero a la Plazoleta Cabo 1º Daniel Romero como la tumba de mi hijo. La madre sí, ella viene con flores en esta época y hace rezar una misa. Para mí la tumba de mi hijo es donde está mi hijo».

Sobre el monolito, emplazado en el centro de la ciudad y construido durante la gestión de Angel Rossi, «Chacho» dijo: «Este es un lugar de recuerdo a él y lo agradezco. Paso todos los días de mi vida por acá, es inevitable no caer en el recuerdo. Pero encuentro aquí la tumba de él, sí su recuerdo».

Treinta años, una vida

«En 30 años pasaron muchas cosas y todo va cambiando», dice Eusebio, pausado, con los ojos cerrados y en la misma plazoleta. «Yo pensaba de una manera antes y diferente ahora. Las sensaciones son distintas. En aquel momento, estaba aturdido, atropellado por la situación, por eso de tener un hijo muerto, sin verlo, sin tumba, sin darle un beso en la frente como despedida».
Pero Romero sigue el relato, con su luto a cuestas: «La vida va siguiendo adelante y hay distintas funciones que uno tiene que lo van entreteniendo. Pasan los años y mientras uno se serena y se aplaca, se aquietan algunas cosas pero la pérdida se acrecienta».

Cuando sentiste que tu hijo había muerto?

«No sé si es el momento de decirlo, pero estando en Santiago del Estero mientras cazaba vizcachas, antes del hundimiento del buque, en una siesta vi como murió mi hijo, espero que no haya sido así como lo imagine. No lo voy a contar, pero teníamos presentimientos y tuve una sensación mala. Cuando ocurrieron las cosas después es como que sentí que lo visualicé».

El luto pasa?

«No pasa el luto. Va a pasar el día que no tenga más vida. El día que parta para siempre. El dolor me lo voy a llevar a mi lecho final».

La mirada de Scaglia

Oscar Scaglia, fue otro de los ciudadanos que estuvo a bordo del Crucero Belgrano.

Le dijo a este medio: «Todos los días para mí es lo mismo. El 2 de abril o el 2 de mayo. Lo que vivimos nosotros nos acompañará hasta la muerte. No quedó en el año 1982 sino que está presente y fresco en nuestra memoria. La guerra a mi no me dejó secuelas físicas pero algunas psicológicas sí, que uno las sobrelleva como puede».

Qué sentiste cuando Argentina se rindió?

«Cuando se perdió la guerra sentí bronca y dolor. Estábamos preparados para defender la patria y perdimos una parte de nuestro suelo. También sentimos dolor cuando perdimos nuestra casa que era el Crucero. Tuvimos que volver de a pie y la vuelta fue muy dura. Yo no sueño con el Crucero, yo vivo en el Crucero».

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