El Banco Central Europeo prestó a 800 bancos 529.530 millones de euros. Fue a una tasa baja y para evitar la iliquidez.

La UE inunda de euros la banca, pero aún no se reactiva el crédito – Es la segunda vez que se da una ayuda de este tipo. Sería destinada para mejorar balances y no para prestar a la gente. Llueve dinero barato en Europa, pero sólo para los bancos. El Banco Central Europeo (BCE) inundó ayer el sistema financiero del viejo continente con 529.530 millones de euros.

Son préstamos a 3 años y a una tasa del 1%, condiciones que para la inmensa mayoría de las entidades bancarias europeas son imposibles de conseguir en el mercado interbancario, donde apenas fluye el crédito desde hace al menos tres años. En la subasta de ayer participaron 800 bancos, casi 300 más que en la anterior , de diciembre pasado, cuando el BCE lanzó una operación idéntica en la que prestó 489.000 millones.

Los dos préstamos suman más de 1 billón de euros. La diferencia de la operación de ayer con la de diciembre se debe a dos motivos: se dieron más facilidades para participar en ella a los bancos pequeños y medianos – principalmente franceses, italianos y españoles – y parece haberse disipado el miedo a quedar marcados.

En la subasta de diciembre, muchos bancos, principalmente de países del norte de Europa, no acudieron a la ventanilla del BCE por temor a que los mercados financieros vieran en ello un síntoma de falta de liquidez. No tenía sentido pedir liquidez barata si se llevaba años presumiendo de salud financiera. La agencia de noticias Reuters adelantaba ayer que los bancos italianos se llevaron el 26% del medio billón.

El BCE trata así a la vez varios problemas. En primer lugar evita un accidente: que algún banco se quede sin liquidez y no pueda cumplir vencimientos, algo que generaría más rescates con dinero público o una caída similar a la del banco estadounidense Lehman Brothers. Además, el dinero tomado por los bancos en la ventanilla del BCE – a cambio de casi cualquier cosa como garantía, porque excepto los bonos griegos, todo vale, incluso los bonos portugueses, que las agencias de rating ya califican como «basura»– les servirá para hacer un negocio redondo comprando deuda de países como Italia y España, al 3% ó 4%.

Esas compras están ayudando desde diciembre a relajar el riesgo-país de estos países, con vencimientos de deuda este año que suman cientos de miles de millones de euros.

Así, esta operación se ha convertido en una forma de ayudar indirectamente a estos países – no sólo Italia y España, también está beneficiando a otros, como Francia y Bélgica – porque Berlín se sigue negando a que el BCE compre directamente deuda a los países europeos, algo que además prohíben los tratados europeos, así como a la emisión de eurobonos o cualquier otra medida de solidaridad financiera.

Lo que no consiguió el BCE en diciembre y parece difícil que consiga con la lluvia de dinero de ayer es que los bancos utilicen ese dinero fresco para dedicarse a su trabajo, financiar la economía real, prestar a empresas y familias para ayudar a la reactivación económica. Los bancos también podrían utilizar el dinero fresco para mejorar sus balances ante las nuevas exigencias de capital que impuso la UE en diciembre y que entrarán en vigor en julio.

Según datos de la Comisión Europea, desde la caída de Lehman Brothers los bancos europeos han recibido ayudas directas por valor de 1,6 billones de euros. No se ha dejado caer a ninguno.

Todo eso, las subastas habituales del BCE y estos dos gigantescos préstamos no son todavía suficientes para limpiar de sus balances la montaña de activos tóxicos – deuda devaluada, ladrillo invendible…– que siguen guardando y cuyo montante total en realidad nadie, ni el BCE, conoce.

El BCE esperaba la reacción de los mercados, pero de todas formas estos ya lo ven todo mal. Si los bancos acudían en masa a la operación y pedían una cantidad gigantesca era síntoma de los problemas que atraviesa la banca y empezarían las preguntas: ¿se está arriesgando demasiado el BCE? Si, en cambio, la operación era menor, el temor apuntaría a las deudas públicas, que tendrían menos demanda.

Hoy arranca una cumbre europea de dos días en Bruselas en la que volverá a haber bonitas palabras sobre creación de empleo y sobre las duras medidas de ajuste fiscal. Europa insiste en la apuesta por los ajustes que ya metió en recesión a la mayoría de sus economías.

Clarin