Luis Girello volvió a El Trébol tras el fuerte accidente que lo tuvo al borde de la muerte.

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“Peleando por amor” – La rehabilitación podría durar un año más, pero «Tucán» ya respira optimismo. Tarde de domingo de aquel primer clásico del año. Se jugaba en la cancha de El Expreso y los rumores corrían fuerte.

El accidente de Luis Girello en el viernes de Semana Santa estaba muy fresco y las informaciones sobre su estado de salud no eran claras.

Alguien se me acerca y me dice: «Murió Tucán». Cerré los ojos, no contesté por varios segundos y por dentro negué la noticia. «No escuché nada», le dije y esperé el comienzo del partido.
Me centré en mirar al árbitro cuando iba a empezar el cotejo. Si pedía un minuto de silencio, era porque el querido «Tuqui» había pasado a una mejor vida. Luis era un gran trabajador y colaborador de El Expreso y sus hinchas si sabían de la noticia no iban a dejar pasar la oportunidad de homenajearlo.

Finalmente el árbitro ordenó el saludo Fair Play y largó el partido. Respiré hondo, me alegré por Luis y me enojé con la gente.

Tres meses y medio después, en la habitación de la vivienda de los Girello, en calle Roma 551 de la ciudad, Luis sonríe y me levanta la mano al verme. Hace su gesto típico del pulgar y dice algo que no termino de entender.

«Tucán» volvió a El Trébol. Fue por un par de días porque aún le falta una cirugía reparadora de cráneo. Están su esposa Florencia y su hija Carolina a su lado.
Estas bien?, le pregunto: Y me dice: «Un espectáculo, contento y con los amigos. Es bueno estar con la familia, son todo».
Luis aún balbucea, pero los progresos son impresionantes. Florencia explica que aún habrá por delante un año más de rehabilitación y viajes a Rosario, aunque la mayor parte del tiempo estará en la ciudad de El Trébol.
Le pregunto si recuerda algo y me dice que no. Florencia a su lado nos dice: «No tiene recuerdos del accidente y de la internación. Incluso algunos recuerdos irán apareciendo con el tiempo».
Luis llegó el viernes 5 de agosto a la ciudad y se fue el lunes 8. Se la pasó a las vueltas en su silla de ruedas. Estuvo con los amigos, esos de fierro que lo ayudaron con polladas a reunir fondos y que nunca lo dejaron sólo.
«Me divertí un rato, es muy lindo estar acá» suelta y dice que nunca se olvidará de Dios y de su voluntad de mantenerlo vivo.
Florencia se ríe con las ocurrencias de Luis. Puede caminar, ya va al baño solo y hace trayectos cortos porque aún no está del todo recuperado de la fractura de pelvis.

Cómo están económicamente?

«Como podemos», dice Florencia y agrega: «Por suerte IAPOS cubrió todo el tratamiento, pero tenemos gastos en Rosario, viajes, traslados, remises y muchas cosas. El era el ingreso más importante de la casa y ahora todo eso está parado. La única ayuda verdadera que tenemos es la de sus amigos, que con polladas y contribuciones nos aportan para subsistir».

Luis no se quiere ir de El Trébol. Le pide a Florencia que salga en la foto y también a Carolina. Caro tiene un poco de vergüenza, pero cuando Luis insiste no puede negarse.

Salen los tres en la foto, Caro lo besa, Flor los mira y sonríe. Luis tiene los ojitos felices. Ese brillo que no tenía en los últimos años.

Un accidente lo puso al borde de la muerte. Un milagro lo salvó. Alguien los unió a los tres como hacía tiempo no pasaba. «Los quiero», suelta Luis sin rodeos. No tiene vergüenza en ocultarlo y en manifestarlo.

Es el mismo «Tucán» de gran corazón, pero mejorado, porque ahora tiene el alma llena de vida y de amor.

Como te sentís?, le pregunto: «Mejor, porque ahora no fumo más», dice pícaro y se ríe.

Nos damos la mano, nos deseamos algunas cosas, le doy la espalda y camino hacia la salida. De repente me vuelvo sobre mis espaldas. Me sorprendo. Me está mirando, sonríe y me levanta el pulgar.

Es el «Tuqui» de siempre, pero aún mejor que ayer.

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