Una de sus tías es la novia de un hombre con antecedentes por narcotráfico.

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Candela: investigan si fue una venganza narco – El fue secuestrado hace dos meses por una banda mixta de narcos y ex policías. El crimen de la nena sería la continuación de ese caso. Pocas horas después de que el cuerpo de Candela Rodríguez (11) apareciera al costado de la Autopista del Oeste –asfixiada, desnuda y dentro de una bolsa de consorcio– en la causa comenzó a crecer una hipótesis que, de confirmarse, no sólo explicaría los múltiples puntos oscuros del caso. También implicaría que, en una gran zona del conurbano, existía una zona liberada para que una banda mixta –de civiles y ex policías– se moviera a su antojo.

Esta línea de investigación –como la mayoría de las que engrosan el expediente– apunta a la familia de la nena. Más exactamente, al novio de una de sus tías maternas: un hombre apodado «Huevo», con peso dentro de la villa Korea (de San Martín) y amplios antecedentes de narcotráfico.

Según versiones del barrio, hace dos meses «Huevo» fue capturado en una cancha de fútbol de José León Suárez. Pagó rescate y lo liberaron luego de mantenerlo privado de su libertad durante una semana. El secuestro de Candela sería un segundo acto del mismo episodio, confirmaron a Clarín altas fuentes del caso.

Otras fuentes, no oficiales, dieron más detalles a Clarín. Según estos informantes, detrás de ambos casos estaría una banda mixta (integrada en parte por ex hombres de la Bonaerense) que este año se dedicó a secuestrar narcos de la zona oeste. «Fueron siete secuestros en apenas cuatro meses. Son gente pesada», advirtieron.

Como suele ocurrir con este tipo de víctimas, ninguno de los siete secuestros –uno de ellos fue «el de una criatura», explicaron los voceros– fue denunciado a la Justicia. Una situación similar a la que se había dado a principios de 2000 en la zona de San Martín, donde diez narcos y sus familiares sufrieron secuestros extorsivos. La diferencia fue que en aquellos casos los secuestradores también eran narcos, mientras que ahora lo que se investiga es la existencia de una banda especializada que los tiene como blanco y que cuenta con ex policías que les garantizan facilidad de movimientos.

En este contexto, la denuncia pública de la madre de Candela y el impacto mediático que tuvo pudo haber roto con los códigos que se suelen manejar en este ambiente.

Es por esta hipótesis que ayer todas las miradas se orientaban a la villa Korea, uno de los históricos polos del narcotráfico de la zona oeste, donde desde hace décadas se enfrentan dos familias: los Soria y los Barrera.

De allí no es sólo «Huevo», sino también el abuelo de Candela (hombre ligado a la política) y el padre de la nena, Lauriano Rodríguez (38), actualmente preso y condenado en dos causas: el Tribunal Oral N° 1 de Morón lo sentenció a tres años de prisión (pena unificada con la de otra causa de Mercedes) por «robo agravado de mercancías en tránsito» (piratería del asfalto); y en San Isidro, otro tribunal oral le impuso tres años y dos meses de cárcel por el mismo delito. Recién podría recuperar la libertad en agosto de 2013. Su abogado es Carlos Telleldín (aquel que estuvo preso por el atentado a la mutual judía AMIA).

Alrededor del padre de la nena giran otras dos líneas de investigación. Una sostiene que Rodríguez no sólo se quedó con parte de un botín –»un vuelto importante», dicen, que podría haber impulsado una venganza– sino que además entregó a sus cómplices para pactar una pena menor en alguna de las causas donde fue condenado; la otra línea es impulsada por él mismo, que ayer pidió ampliar su declaración ante el fiscal Marcelo Tavolaro para dar cinco nombres (serían de narcos de San Martín) y para hablar de las acusaciones de «buchón» que le hacen en el ambiente delictivo.

El hombre –que para despistar a la Policía a veces usa el nombre de su hermano, Alfredo, y ayer pidió volver al penal de Magdalena (donde se siente seguro)– también dijo que su fama de delator habría sido creada por la ex pareja de su esposa: Ricardo Manuel Perrota, con quien la madre de Candela tiene un hijo de 15 años.

Perrota, preso desde hace dos meses en una comisaría de Malvinas Argentinas por «robo calificado», se defendió ayer a través de su abogado, Daniel Rabinovich. «No hay enemistad porque hace años que ni se ven», aseguró el defensor ante la consulta de Clarín.

Mientras el caso avanzaba en este sentido en Tribunales, los investigadores policiales allanaron una casa en Hurlingham donde podría haber estado cautiva Candela. Es una edificación baja que tiene rejas negras recién pintadas, paredes exteriores color rosa y un galpón de chapa anexo. «Hace un año y medio que acá no vive nadie. La dueña era una mujer mayor que murió, y su hija también», dijo a Clarín Liliana Lázaro, una vecina que se asombró cuando vio movimientos allí, en la calle Kiernan 992. La mujer aclaró que hace poco vio en el lugar a un hombre pintando las paredes y un auto negro y una camioneta Trafic blanca estacionados en la puerta.

Analía, una kiosquera vecina, también vio la Trafic, el domingo al mediodía. Dijo que había un grupo de hombres que nunca había visto. Y que uno de ellos, mientras pintaban la casa, se cruzó al kiosco que ella atiende y compró una cerveza Palermo. «Me dejó debiendo un peso. Era panzón y morocho, de pelo corto», le contó a Clarín.

La casa queda a unas 10 cuadras del lugar donde el miércoles, tras 9 días de búsqueda infructuosa, apareció el cuerpo de Candela.

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