El bloqueo a Clarín y Olé. El piquete se extendió por 12 horas e impidió la circulación del diario en Capital y GBA.

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Duras reacciones y repudio por otro apriete a los medios – Pese a las órdenes de la Justicia el Gobierno no actuó. Políticos, empresarios, hombres de la cultura, el espectáculo y el deporte condenaron el episodio. Por primera vez en sus 65 años de historia, un bloqueo a su planta impresora impidió que Clarín fuese distribuido un día domingo, el de mayor circulación para los diarios.

El hecho se produjo ayer, en medio de una escalada de ataques de funcionarios del Gobierno y sus aliados contra este diario y pocos días después de que un ladero de Hugo Moyano advirtiera que irían con «mil, diez mil, veinte mil trabajadores a las puertas de los medios» que publiquen denuncias contra el titular de la CGT.

El bloqueo, que comenzó el sábado por la noche y se extendió casi 12 horas, fue protagonizado por un heterogéneo centenar de manifestantes en el que había desde madres con hijos pequeños —familiares de empleados de Artes Gráficas Rioplatenses (AGR)- hasta militantes del gremio de Camioneros que cantaban «si lo tocan a Moyano, qué quilombo se va a armar».

En el diario de ayer se publicaba una nota sobre la investigación judicial que se inició sobre el patrimonio del líder de la CGT con fotos de algunas de las fastuosas propiedades que se le adjudican.

Fue la quinta vez, desde noviembre, que una protesta interrumpe el acceso a la planta impresora de Clarín en Barracas, pero la primera que logra impedir totalmente la distribución de la tirada de los diarios Clarín y Olé en Capital y GBA (una porción de la tirada se imprime en una planta de Santa Fe).

Como resultado de los episodios anteriores, en enero el juez Gastón Polo Olivera había dictado una medida cautelar para que cualquier reclamo frente a la imprenta «se abstenga de toda conducta que implique impedir u obstruir el normal y regular ingreso y egreso de personas y de bienes». El juez había girado su fallo a la ministra de Seguridad, Nilda Garré, para que garantizara su cumplimiento. Pero ayer la presencia policial fue mínima y en ningún momento intentó impedir el bloqueo.

El hecho disparó el repudio de todo el arco político opositor -que pedirá el juicio político de la ministra- organismos de prensa nacionales e internacionales, empresarios, hombres de la cultura, el deporte y el espectáculo y repercusiones en medios de todo el mundo que lo encuadraron como un ataque a la libertad de expresión.

Sin embargo, el ministro del Interior, Florencio Randazzo, habló de una «operación» para «tergiversar la información» ya que, según su óptica, se estaba ante una «protesta gremial» que «no tiene nada que ver con atentar contra la libertad de prensa». Fue el único funcionario del Gobierno que se refirió al episodio.

Aunque el primer grupo de manifestantes llegó a la cuadra de Zepita, entre Magaldi y Luna a las 23.30 del sábado, extrañamente, un cable de las 22.53 de la agencia oficial de noticias Télam ya daba cuenta de la protesta.

Cerca de los portones, mujeres con sus bebés y niños instalaron una carpa, reposeras y víveres. Otro grupo quemó basura de un contenedor cercano lo que detonó la protesta de los vecinos de un asentamiento aledaño que terminaron sofocando las llamas.

Nicolás Rivero, uno de los líderes del reclamo, denunció que los delegados gremiales de la planta sufren «persecución sindical», que no se les asignan tareas y son vigilados por «patovicas». A su lado, Luis Siri anticipó que si no se accedía a sus demandas «el diario Clarín no saldrá el domingo», como terminó sucediendo.

En un comunicado de prensa, la gerencia del diario Clarín lamentó que «en democracia, algunos impidieron que nuestros lectores puedan informarse y el Gobierno no hizo nada para evitarlo». Al mismo tiempo, expresó que «resulta falso lo expresado por quienes buscaron enmascarar el hecho en un pretendido reclamo laboral, por cuanto no existen conflictos colectivos en ninguna de las empresas de Clarín. Las plantas funcionan con absoluta normalidad e imprimieron tanto el diario como sus revistas y suplementos». Clarín radicó una denuncia por extorsión contra los promotores de la protesta y aseguró que «la verdadera intención de los ideólogos del bloqueo era impedir la salida del diario». La protesta también afectó en un principio a la adyacente planta de La Nación. Recién después de las tres de la mañana su ingreso fue liberado y pudo comenzar la distribución de sus ejemplares.

A esa hora, unos 50 policías, 15 efectivos de infantería y seis patrulleros se apostaron en inmediaciones de la protesta pero no intervinieron. Algunos de los acampantes se fueron retirando en el transcurso de la madrugada pero la última treintena lo hizo recién cerca del mediodía del domingo.

Ayer, Moyano se despegó de la protesta y dijo que responsabilizarlo por la misma era «un absurdo total». En un acto realizado por la tarde en el Palais de Glace para homenajear a Néstor Kirchner, ni el secretario de Comunicación, Juan Manuel Abal Medina, ni el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual, Gabriel Mariotto, hicieron referencia al incidente.

Mariotto, sin embargo, reivindicó la frase de Kirchner que dio inicio a la avanzada contra este diario. Aseguró que el «¿Qué te pasa Clarín?» fue una especie de dogma que «alentó la pluralidad de medios».
La edición impresa de Clarín de ayer se distribuye junto a la edición de hoy.

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