Orlando Avalle, gran personaje de la ciudad. Músico y fanático.

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La banda de sonido de aquella historia de El Trébol – Protagonista de escenarios, de bailes, enamorado, loco y poeta. Una historia digna de contar.

Francisco Díaz de Azevedo Orlando Manuel María Avalle tiene hoy 69 años y es considerado quizás, uno de los personajes más carismáticos que tiene la ciudad.

Músico pasional y fanático empedernido de Independiente, enamorado de la vida, amante de su esposa y forjador de peñas y amigos, Lando desanda la vida con mucha fuerza y sin prisas. «Soy como los cassetes de películas, que ves el rollito de cinta y está cada vez más chiquito. Esto se acaba!», suelta Lando y se ríe.

Nació en El Trébol un 25 de noviembre de 1940. «Soy una de las pocas personas del mundo que al día de hoy vive donde nació» acota. Allí,e n su casa de Boulevard América. Es hijo único y su papá Miguel Antonio era mozo de bar. «No le gustaba el fútbol, era más fana del automovilismo, pero se hizo de Independiente por mí», recuerda Orlando. Su mamá se llamaba Mafalda Faber y fue la primer persona de El Trébol que se dedicó a fabricar ramos y coronitas de novias, sombreros y capellinas».

Lando recuerda sin nostalgias y con asombroso lujo de detalles: «Mi casa era muy grande, alquilábamos una parte y después loteamos y hubo gente como Ferrero que compró la esquina, «Tito» Bosso compró otra parte y Juan Brussa adquirió otro pedazo.

«Tuve una infancia maravillosa. Eramos unos 15 amigos en total entre los que estábamos juntos Julio Bosso, Juan Carlos Venezia, Alfo Dordigoni, Ricardo Destéfanis, Jorge Maurino , Dante Desumvila, Santi Galleta, Juan Contreras, el «Yulo» Piancatelli y «Risita» Piancatelli, Nelson Rossi y Héctor Bruno por mencionar a algunos», dice y agrega: «Nos reuníamos en la esquina de Ferrero a vaguear pero yo ya me fabriqué instrumento de juguetes y en vez de tocar silbaba».

Su pasión por la música no se hizo esperar y pronto comenzaron a llegar los instrumentos a manos de Avalle. «En el 57´ pedí una guitarra por correo a «Establecimeinto Musical Galé» de Buenos Aires y compré un método por cifras para aprender. En esa época había poca gente que sabía guitarra y fue Roberto Eibers (Papá de Miguel) el que me dio las primeras instrucciones para que yo pudiera aprender».

Después, llegó una desandada sin final de bandas, grupos y orquestas: «El primer grupo se llamó «Cuarteto Sputnik» con Osvaldo Lombardo, Emilio Valle, Esteban Disanti y Eusebio Vidal. Tocamos pocas veces y después al desarmarse la orquesta de Mateo Ferrero y la «Santa Rita», se armó la «Copa Cabana», con Rady Vagliente en acordeón, Héctor Recalde en piano, Elvio Fuggini en batería, Domingo Fenoglio en contrabajo, Juan Bonelli en saxo a la que nos sumamos el «Negro» Ojeda y yo con guitarras y voces. Esa era una súper orquesta y hasta viajamos mucho».

Todo siguió con un vértigo impresionante. Eran las épocas de los grandes bailes y las orquestas se armaban con gran facilidad entre músicos novatos y los históricos de siempre. «Al poco tiempo arrancamos con la primera orquesta juvenil que se llamó la «Jazz Juventud», que duró poco porque sus músicos integraron después la «Oxford Jazz» en el 80´con Osvaldo Tessore y Luis Bonelli en vientos, Víctor Capell en piano, David Carrasco en acordeón, Adolfo Fernández en batería que fue reemplazado por Alberto Capell, Ercilio Mesa en contrabajo y Walter Ojeda y yo en canto y guitarras» dice sin olvidar nombre sin fechas «Lando».

Orlando luego se alejó de la música por un año hasta que volvió a los escenarios con «Katrasca» con Iván López en órgano y acordeón, Jorge Baquín en bajo, Ricardo Ibarra en batería y él en guitarras y canto, que después se pasó al grupo «Tentación» con Víctor Capell en órgano, Adrián Bernbard en bajo, Oscar Mendoza en batería y él mismo.

Los Brillantes

Lando, es quizás al día de hoy, recordado por su orquesta «Los Brillantes». Un poco de mística. Un poco por la llegada de Waldemar a los escenarios y otro poco por ser la primera orquesta en grabar un disco, «Los Brillantes» tuvieron renombre en toda la región: «Con motivos de los festejos del Día del Padre tocamos en donde hoy está el banco Santander Río. Ahí nos llamaron a algunos músicos que éramos padres de los chicos que estudiaban, y para esa noche nos pusimos de nombre «Grupo Combo» con Miguel Parissi en acordeón, Adolfo Fernadez y Rodolfo Pepino en batería, Eduardo Rossi en bajo y yo en guitarras y canto junto al «Negro» Ojeda», rememora y agrega: «Como la presentación estuvo buena, finalmente nacieron «Los Brillantes» y con algunas cosas prestadas salimos al ruedo con Miguel Parissi en acordeón, Rodolfo Pepino en Batería, Walter Ojeda en bajo y voz y yo en guitarras a la que luego se le agregó mi hijo Waldemar con 12 años en guitarras y piano. Aprendió a tocar en 25 días sin haber tocado nunca antes».

«Los Brillantes» tuvo la continuidad de casi ningún grupo. Fueron ocho años intensos, de actuaciones en El Trébol y la región y de estar presentes en cientos de bailes. «Grabamos un disco en San Nicolás que se llamó «A mi gente», dice Avalle y agrega: «Después armamos un trío con Miguel y Waldemar para amenizar casamientos, bodas de plata y cumpleaños».

Su amor por el «Rojo».
Lando, aparte de la música es conocido por su gran fanatismo por Independiente de Avellaneda. «Mi amor por Independiente nace en la Escuela Laprida porque era muy amigo de un pibe que se llamaba Anibal Zürcher. La mamá de él era de apellido Decorte. Me hice fana y transformé a gente de mi barra en hinchas y por lógica mis hijos se hicieron del «Rojo». Yo viví la época de oro de Independiente y ahora yo me siento mal de hacer sufrir a mis familiares porque ahora no ganamos nada» se lamenta.

Fue un 31 de mayo del 72 cuando se fundó la Peña «Dale Rojo» en el Bar Plaza, que sigue existiendo hasta hoy y fue la 10ª peña oficial de Independiente.

Así desanda el carretel de la vida Orlando. Haciendo siempre lo que quiso, pensando, obrando y sintiendo con el corazón y viviendo cada día como el último.

Por eso es un hombre que se equivoca poco. Porque se guía siempre con el corazón, y él posee uno grande, enorme y bondadoso.

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