Superó 4-1 a Corea del Sur en Johannesburgo y dio un paso gigante en busca de los octavos de final.

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Argentina y una goleada para seguir soñando – El primer gol fue de Chu Park en contra, y luego vinieron los tres de Higuaín, el nuevo goleador del Mundial. Fue una victoria más apretada que lo que sugiere el 4-1 final. Fue un triunfo que debió lograrse sin los errores del cierre del primer tiempo y sin los notorios baches del segundo. Pero fue una demostración de contundencia a cargo de un equipo obsesivo en la búsqueda y letal con espacios. Argentina dio un paso gigante hacia los octavos de final y, desde ahora, empezará a ser mirada con más atención en un Mundial que está en etapa de consolidación de candidatos.

Mucho más riesgoso que Nigeria en los análisis previos, el equipo coreano apenas si opuso resistencia a lo largo del primer tiempo. Todo su plan consistió en anular a Messi y salir rápido en contraataque con Chung Lee y Ji Sung Park como amenazas, para lo cual armó un sistema de marcas escalonadas tan efectivo como riesgoso. Es que Messi jugó poco, es cierto, pero varios de sus compañeros disfrutaron de ventajas impensadas.

En ese marco, Argentina encontró en Carlos Tevez al factor desequilibrante. Carlitos fue imparable en cada arranque por la izquierda, desarmando el sistema defensivo coreano y abasteciendo siempre al mejor ubicado.

Un dato grafica las diferencias: Corea produjo su primer remate al arco a los 18 minutos (tiro desde lejos apenas alto de Ki). Y fue casi todo lo que hizo en la etapa. A esa altura, Argentina ya ganaba 1-0 y había entregado otras dos aproximaciones. El gol llegó con algo de fortuna, es cierto, pero materializó en la red la diferencia de actitud: a los 16, un centro de Messi desde la izquierda encontró en el camino una pierna de Chu Young Park.

Nada cambió con la apertura. La Selección siguió dominando a voluntad y produjo una situación de gol detrás de la otra. El ya mencionado zapatazo de Tevez a los 27, precedió al 2-0. A la salida de un tiro libre (por falta a Tevez), Messi jugó con Maxi. El centro de Rodríguez fue peinado por Burdisso e Higuaín, habilitado, cabeceó al gol.

Mascherano mandaba en el medio, Maxi y Di María iban y venían y Tevez jugaba y hacía jugar. La única preocupación pasaba por entonces por la lesión de Samuel, reemplazado por Burdisso.

Lo tuvieron Higuaín y Tevez en la misma jugada. Hasta que llegó el error de Demichelis en el minuto final -y fatal- del primer tiempo. Toque de zurda de Chung Yong Lee y 2-1 con sabor a injusticia.

Ese gol cambió el desarrollo del partido. Corea salió a jugar el segundo tiempo con más audacia, cambiando ataque por ataque. Y Argentina, inexplicablemente, aceptó la propuesta. Fueron 20 minutos en los que pudo cerrarlo la Selección con remates de Higuaín y de Tevez que tapó el arquero Jung. Pero también pudo igualar Corea con una contra perfecta que Yeom no definió bien.

Pero habrá que aceptar que Argentina jugará así hasta el fin del torneo. Exhibirá desorden defensivo y desequilibrio en el medio, pero será temible adelante. Así empezó a resolver el duelo a los 31, cuando Higuaín -en offside- empujó al gol un rebote en el palo tras un tiro de Messi. Y lo cerró a los 35, otra vez con una aparición del delantero del Real Madrid tras un contraataque fulminante y otra vez de cabeza. Tevez ya le había dejado su lugar a Agüero -envió el perfecto centro del último gol- y Bolatti ingresó sobre el final -¿un poco tarde?- para darle una mano a Mascherano. El partido estaba definido.

Habrá que rearmar la defensa ante Grecia, aunque acaso la clasificación esté asegurada entonces. Faltará Jonás -doble amarilla- y acaso Samuel. Habrá que ajustar serias cuestiones de funcionamiento atrás y en el medio. Pero deben estar más preocupados los próximos rivales… No abundan aquí los Tevez ni los Higuaín. Y Messi hay uno solo.

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