Se robaron $ 15.000 de la bicicletería J. J. Rodados

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Esta madrugada – Fue en Bv. Perón al 150. Ingresaron por la puerta trasera y se llevaron mucha mercadería. Lo llamativo? Nadie vio y escuchó a los ladrones. Cuando Claudio Toé llegó a su bicicletería de Bv. perón 150 pasadas las 7 y media de la mañana del jueves, nunca imaginó que ese no sería un día más de trabajo. Todo lo contrario. Sintió que en el interior del edificio hacía frío y se extrañó.

Pasó por la parte del frente del local y al llegar al taller se dio cuenta que la puerta de atrás estaba abierta de par en par. Se extrañó, demoró en reaccionar y de repente, al darse vuelta, vio atónico el panorama ante sus ojos que nunca esperó encontrar.

Cajones revueltos, carpetas en el piso, vitrinas removidas, neumáticos y productos diseminados por todos lados. «Me robaron!», pensó y en seguida se dirigió al lugar donde guardaba una carpeta con folios porque sabía que allí había dinero en efectivo.

Pero Claudio no tuvo ni una a favor en la mañana del jueves. La carpeta no estaba y el dinero – unos $ 5000 – tampoco.

Miró a su izquierda y empezó a repasar los cajones y las vitrinas. Todo lo caro, importado y de gran valor había desaparecido. Se desesperó, había desorden en el ambiente y también en su cabeza.

Después llegó la resignación. Repasar cada detalle y sacar la conclusión que los delincuentes se habían llevado más de $ 10.000 en mercaderías. Mucho para un laburante como Claudio. Duele y se le ve en las lágrimas que intentan escapar por sus ojos.

Hubo lugar a la denuncia, a la escasez de huellas en el patio y a la falta de pruebas hasta el momento.

En J.J. Rodados ese día había  mucho dinero de una tarjeta de San Jorge que la gente abona ahí, muchos repuestos costosos pero no había alarma. Tarde para la resignación, aunque nunca para tomar medidas hacia el futuro.

Los amigos de lo ajeno ya están a la vuelta de la esquina y vigilan nuestros pasos. Habrá que estar atentos, esperar por justicia, o al menos por saber quienes fueron los malvividos que hicieron esto. Seguramente la justicia se apiadará de ellos, pero un paso por el calabozo y romper el anonimato de uno o más bandidos, que seguro son de El Trébol, no deja de ser un consuelo para el alma.

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