GESTOS QUE ILUSIONAN – Cinco amigos de Sastre pretenden arreglar el reloj de la iglesia y que vuelva a marchar en Noche Buena

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Los días pueden ser iguales para un reloj, pero no para el hombre. Con el objetivo de devolverle la hora al reloj de la Iglesia de Sastre, cinco amigos se comprometieron a restaurar y reparar el emblemático dispositivo que en los próximos meses cumplirá siete décadas. El aparato fue donado por Marcelo Mussini, propietario de la ex Fábrica Sastre. Tras la remodelación del edificio parroquial en 1949, el reloj comenzó a funcionar dos años más tarde, pero el empresario murió antes sin poderlo ver en marchar.

“Es un reloj que tiene manecillas en los cuatro cuadrantes algo que no es común -la mayoría tiene uno solo-, tiene un 1,8 metro de diámetro y está montado a 30 metros de altura sobre un habitáculo por encima del campanario de la torre”, explicó Miguel Ángel “Roly” Peretti quien está al frente del operativo junto al Juan José Giorda, José María Bossa, Luis Emilio Blanco y Héctor Minetti.

El proyecto demandó varias horas de investigación y seguimiento del funcionamiento del aparato, ya que no había manuales ni documentación y ni tampoco datos sobre su mantenimiento, solo un registro de la modificación del campanario que se hizo en los 90. “Nunca tuvo una reparación completa. El reloj está en perfectas condiciones, por suerte no tiene desgaste y tiene una durabilidad muy buena. Con mi papá en 1986, hicimos nueva la rueda de escape, que es la que marca los segundos -de 4 pulgadas y 10 centímetros de diámetro con ejes de bronce-, después no se hizo nada más”, recordó “Roly”, quien tiene conocimiento de relojería y es óptico.

Llegar hasta el sector donde se encuentra el reloj no es sencillo y trabajar en espacio reducido es algo incómodo por lo que se necesita tener una buena logística. “El trayecto para llegar hasta allí, es subiendo por una escalera de cemento hasta la zona del coro para luego seguir por dos escaleras caracol hasta la base del campanario y continuar por una escalera aérea unos 9 metros hasta el habitáculo del reloj”, describió Giorda, quien fue el impulsor de la iniciativa y se encargó de armar el equipo de trabajo al que denominaron “Los Amigos del Reloj”. “No tenés que olvidarte nada, es muy difícil llegar con herramientas arriba porque es muy dificultoso pero apasionante a la vez”, añadió.

Las tareas comenzaron el 15 de agosto y el objetivo planteado es poder reinaugurarlo para Navidad, con el apoyo del Municipio y de comercios locales. “El lugar estaba muy desmejorado por el paso del tiempo y la falta de mantenimiento. Se hizo un relevamiento para ver antes cómo funcionaba, cuáles eran los parámetros, los movimientos de pesas, como se recuperaba la cuerda para documentar todo. La idea no es solamente restaurarlo sino dejar un legado para que quede rubricado lo que estamos haciendo, los materiales que usamos y que tareas se tienen que hacer de mantenimiento en el futuro”, aportó Giorda. Una vez que se termine, lo que hay que hacer es conectar el reloj y darle marcha.

En la primera etapa, el equipo comenzó con la restauración para cada parte que compone el reloj de la Parroquia San José, que incluye la limpieza, recambio de instalaciones eléctricas, remoción de pintura y reemplazo de vidrios rotos de habitáculo. Además, se están realizando tareas sobre todos los ejes que llegan a los cuadrantes y esferas y en el sistema de distribución. También está previsto pintar e iluminar la habitación donde se encuentra el reloj y dejarlo lo más impermeable posible. “Nuestra intención es hacer una restauración y reemplazar algunas piezas, pero no modificar absolutamente nada de lo que hay”, recalcó Peretti.

El artefacto fue construido por Luis Verstraeten propietario de la fábrica de relojes públicos “Relojería Sudamericana”, emplazado hasta hace unos años en el corazón de Barrio Martin en Rosario (3 de Febrero 539). En realidad, su verdadero nombre era Luis Van de Casteele, nacido en Bélgica y radicado en Rosario en 1923, quien comenzó importando desde Alemania y Francia relojes y campanas para las iglesias. “Logramos ubicar y contactar con un ayudante del fabricante que vive en San Marcos Sierra, que además conoce el reloj de Cañada Rosquín -es el mismo que tiene Sastre-. Él nos dio recomendaciones y concejos”, remarcaron.

Entre los detalles extraños que se encontraron, Peretti hizo referencia a un descubrimiento que pasó desapercibido durante más de 70 años. “Allá arriba nos dimos cuenta que el número 4 estaba al revés en los cuatro cuadrantes, era un seis, y que por la altura nadie lo pudo detectar”, afirmó y sostuvo que será reemplazado por cuatro unos romanos. “Es una decisión que tomaron muchas relojerías de Europa, ya que el IV pertenece a un dios pagano de júpiter y por pedido de la iglesia católica fue sacado de los relojes”, explicó.

En su aventura por devolverle la hora a uno de los patrimonios arquitectónicos e históricos de la ciudad, “Los Amigos del Reloj” también se propusieron restituir la sonoridad mecánica de las campanas, cuyo sistema está actualmente desconectado -se quitaron los martillos a las campanas- y solo suenan a través de un programa conectado a la computadora de la sacristía. “Hoy no tiene conexión el campanario con el reloj, pero vamos a tratar que vuelva a marcar las horas como en otras épocas”, prometieron

“Una vez que terminemos con el reloj, la intención es hacerle un manteamiento al mecanismo del campanario, cuyo sistema de vuelo está bastante deteriorado. Es importante porque costó muchísimo dinero y se evitaría alguna rotura que ocasione un daño mayor”, señaló el reconocido chapista y restaurador.

“La gente no se da cuenta de las cosas hasta que faltan y es quizás ahí dónde uno toma conciencia de algo que tiene y que durante tantísimos años no le dio la importancia que merece”, finalizó Giorda.

Fuente: Info Sastre

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