CHACHO PRON – Libro, investigación y cuidados en tiempos de pandemia

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Se levanta a las 6, desayuna, sube a su estudio y enciende la computadora.

Revisa los portales de noticias de El Trébol, prepara el trabajo del día, selecciona fotos y espera el llamado de Georgina, la diseñadora gráfica con la que está poniendo en caja su último libro, con la que a lo largo de la mañana irá intercambiando mails, mensajes de whatsapp y archivos de PDF de las páginas que van quedando listas: la forma de trabajo que impone el aislamiento forzoso. “Los viejos –reconoce– estamos en la mira de este virus que da la vuelta al mundo. Y somos los que debemos cuidarnos más”.

Ruben Adalberto –Chacho– Pron no oculta cuánto extraña no poder viajar a El Trébol y, mientras busca y rebusca entre las cajas con material de archivo que atiborran el estudio, reniega con lo incómodo que lo tiene el largo de su barba, rebelde además al peine.

“La última vez que estuve allí mi peluquero estaba en cuarentena tras haber regresado de un viaje, y hasta que yo no pueda viajar y él me pueda atender me la tengo que bancar”, comenta.

Ayer fue el Día del Libro y «Chacho» ya escribió varios. El periodista, que con la jubilación cambió el trabajo cotidiano en la redacción del diario por la tarea más reposada de una escritura que navega entre los textos de ficción, espera un algún día publicarlos. También  las crónicas históricas a las que siempre se dedicó con pasión y compromiso.

ETD – ¿Cómo fue ayer tu día de trabajo?

«Igual que otros. La rutina no se quiebra. Ocasionalmente, sí, con algún viaje o con mis visitas a El Trébol, pero es difícil no pensar en investigar, escribir, difundir. El periodismo fue mi vida desde los 17 años y lo seguirá siendo mientras lo disfrute».

ETD – En los últimos años presentante algunos libros. ¿Qué estás haciendo ahora?

«Precisamente, poniendo en caja, es decir, trabajando en la paginación, de mi último libro, una crónica histórica sobre los 130 años de vida de El Trébol que espero poder presentar este año. La pandemia que padecemos retrasó el trabajo, pero la tarea no se detuvo. Estimo que en unas pocas semanas tendremos el archivo listo para enviar a imprenta».

ETD – Hablás en plural. ¿Es un trabajo colectivo?

«No, el texto es totalmente mío, pero para transformarlo en un libro requiere, indispensablemente, del trabajo conjunto con mi diseñadora gráfica, Georgina Rantica, con la que he editado siempre mis libros. Y de la colaboración de múltiples personas a quienes uno consulta y solicita aportes, testimonios, fotografías. Con respecto a las ilustraciones, si bien hay fotografías propias, dependo mucho del archivo histórico del Museo Municipal y de la colaboración de colegas que, como en tu caso, han sido muy generosos al comprometer su aporte en la medida que sea necesario. Los medios de comunicación han sido una fuente insustituible de información sobre el acontecer local en los últimos años y esta obra no sería la que es sin la colaboración que prestan. Y hablando de colaboración, y del Museo, no puedo dejar de lamentar la pérdida de Tamara Tagliatti, tan predispuesta siempre, como Soledad Rosso, la directora, cada vez que necesité de su ayuda.

ETD – ¿Y cómo es este libro?

«Muy distinto de los anteriores conocidos. En realidad son dos libros en uno porque el relato histórico ya acompañado a todo lo largo del volumen con una cronología que permite otra lectura».

ETD – ¿Más específica…?

«Más lineal, más ordenada; si se quiere más aséptica, más objetiva. El texto central, en cambio, va y viene, analiza, busca el contexto para explicar qué pasaba en el país y el mundo mientras ocurrían las cosas que ocurrieron en El Trébol en este siglo y tercio de existencia. Y también está en este texto central el abordaje subjetivo, que no se puede soslayar. La subjetividad queda de manifiesto en dónde se pone más el foco, qué cosas son importantes para el autor y cómo éste las interpreta».

Editar en tiempos de Coronavirus

«Chacho» se encierra cada día en su «bunker», una iluminada oficina de la ciudad de Rosario, en la que convive la era de papel con la tecnología de una computadora, las fotos digitales y sus contactos vía whatsapp y redes sociales. Y su «bunker» es literal. Porque este libro se gesta en medio de una histórica pandemia mundial.
ETD – La situación actual afecta de alguna manera el contenido del libro? ¿Algo de lo que en él se dice queda “viejo”, por así decirlo?

«No, en absoluto. Si se quiere refirma mucho de lo que allí se dice. La observación de los problemas de convivencia, la afectación del ambiente con los métodos de producción actuales, el cambio de valores derivado de la exacerbación del individualismo, del hiperconsumismo, el derroche que contrasta cada vez más con las necesidades crecientes de los desposeídos, todo eso es algo que está presente en las reflexiones a que a cada uno está llamado en la reclusión por la pandemia. No es que a partir de ahora todos seremos más buenos. Esto saca lo mejor y lo peor de nosotros, y en el mundo que viene esto estará más de manifiesto. Ahora pensamos todo el día en el daño que hacemos a la naturaleza, por ejemplo, y en otros errores del comportamiento humano, pero no estoy muy seguro de que vayamos a corregirnos. Ya se está viendo en la cotidianeidad entre quienes incitan a desconocer las medidas de protección que se han dispuesto».

ETD – El tuyo parece un mensaje poco alentador.

«Pienso que es realista. Los periodistas estamos acostumbrados a lidiar con la realidad y las cosas pasan y no de la manera que quisiéramos que pasen. Pero no depende sólo de nuestra voluntad. Es necesario reconstruir el sentido de comunidad, que no es un amontonamiento ni una simple convivencia. Es un andar con un objetivo común, que no puede ser otro que un mundo mejor para todos, y con respeto hacia el que está al lado, aunque no piense como uno».

ETD – ¿Cuándo conoceremos el libro?

«Cuando se pueda. En conversaciones con Jorge Meynet, que me impulsó a escribir esta obra hace ya diez años, habíamos pensado que sería en agosto. Ahora no sé. También hay que atender prioridades derivadas de la situación que estamos atravesando. Pero eso no me desalienta. Yo no dejo de trabajar; el cuándo se verá».

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