Memoria, Verdad y Justicia, esas palabras que guían la lucha y la esperanza

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Durante muchos años  en este país hubo silencio, complicidad, en algunos casos, tal vez por miedo o desconocimiento, o por desinterés. Simplemente no se habló de lo que se tenía que hablar, salvo un pequeño grupo que resistió de pie, con dignidad y con el firme anhelo de justicia.

Esa sombra, que borró de la mente los hechos y que puso un manto de amnesia colectiva, se fue diluyendo con el soplar del viento, de la alegría y el amor. Un soplo que trajo otra vez la lucha a las calles y que sembró definitivamente la semilla de la memoria, la verdad y creíamos, la justicia. Una conquista y una victoria de las Madres y Abuelas.

Vimos caer las leyes del olvido y la impunidad, esas que hablaban del Punto Final y la Obediencia Debida, y sin lugar a dudas, la satisfacción de la derogación del Indulto a los Militares.

Desde que se creó en El Trébol el Lugar de la Memoria tuvimos la suerte, cada año, de celebrar una a una las conquistas, los juicios, las penas, los nietos y nietas restituidos. Tuvimos la satisfacción de ver a los genocidas donde tenían que estar, encarceles comunes  con  penas perpetuas. Y no por revancha, sino por justica, por los 30 mil desaparecidos, por los compañeros y compañeras, secuestrados, torturados, asesinados, por la censura, por el robo de identidades, por el robe de bienes, y todas las atrocidades que conocemos.

Hoy, tristemente tenemos que lidiar con el fantasma del horror. Tenemos que compartir nuestras calles con los genocidas, tenemos que ver el 2×1, y a los genocidas cumpliendo las penas cómodos en sus mansiones y hogares. Hoy vemos un retroceso impensado, que causa dolor, tristeza, bronca y angustia.

Tiempo atrás, en ese mismo lugar, había dicho que no olvidábamos, que no nos reconciliábamos y que no perdonábamos. Y algún sector, con un pensamiento más tosco y conservador, criticaba esta postura y hablaba de perdonar, de olvidar y de dar vuelta la página. Pues no, están a la vista las pruebas de por qué no olvidamos, de por qué no nos reconciliamos y de por qué no perdonamos. Y no lo hacemos por rencor, por odio; no lo hacemos porque no hay arrepentimientos, porque hasta que no estemos todos no habrá justicia y principalmente, porque sigue latente la misma impunidad.

Pero más allá de las injusticias, y de los pasos retrocedidos, en este tiempo aprendimos que el amor siempre vence al odio. Porque detrás de cada golpe, de cada bofetada,  siempre el destino ha respondido con esperanza, alegría y afecto.  Aprendimos que la lucha siempre estará presente. Que hay hermanos, que caminan junto a nosotros con el anhelo de justicia, con empatía, con ideas que jamás morirán. Si algo nos dejó esta historia negra es que las ideas no se matan, no mueren, perduran en el tiempo, y viven para siempre.

Y como dicen algunos cancioneros populares, “a pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos, no nos han vencido. Nosotros, seguimos militando por juicio y castigo”.

Memoria, Verdad y Justicia. Ayer, hoy, siempre.

Por Melisa Barrios.

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