TALLER PROTEGIDO – Entre la triste realidad y la indiferencia indignante

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El Taller Protegido de El Trébol pasa por momentos dramáticos que tienen que ver con su subsistencia y la dignidad de quienes trabajan y quienes operan en el lugar.

El ente trabaja en la ciudad desde el año 1999 como único lugar que las personas con discapacidades tienen al salir egresados de la escuela. No existe otra alternativa para ese segmento de población, que el Taller Protegido. Esa es la realidad y no hay otra.

Pero en estos momentos la situación se torna difícil y hoy se habla de subsistencia en lugar de integración y jerarquización de una vida digna para los discapacitados de El Trébol.

Verónica Navarro hace 10 años que trabaja en el lugar y dice: «Abrimos con mucho sacrificio. Las tres empleados – Verónica Navarro, Melisa Fassina y Sofía Pietrani- trabajamos en negro y sin aportes. No tenemos seguros para los chicos, que son 15 en total. Estamos a la buena de Dios todo el tiempo y así ya no podemos seguir».

Melisa Fassina lleva 3 años en el Taller. Agrega: «La semana que viene tenemos una reunión con la Municipalidad. No es una obligación del Municipio el funcionamiento del Taller pero estamos pidiendo ayuda».

Sin dueños ni responsables

El Taller Protegido es un ente que en realidad no pertenece a nadie. Parece mentira pero esa es la realidad. Hay una Comisión que lo maneja por voluntad propia, el inmueble lo presta la Municipalidad, el Taller paga con trabajo el desayuno y la media mañana de los chicos vendiendo números y la ración del mediodía es brindada por el Municipio desde el Comedor de la Escuela Paso.

Hay gastos, mantenimiento, limpieza, servicios, teléfono, librería  y demás que son pagados por el Bingo, que cada vez se vende menos en la ciudad.

El Taller abre de lunes a viernes de 8 y 30 a 13 y 30 hs. El cupo está lleno y no pueden tomar más operarios por falta de fondos y de un seguro.

Navarro explica: «Este año que pasó no hubo egresados de la escuela especial pero a fin de este año si habrá. El problema es que nosotros no podemos recibir más a nadie en estas condiciones, no tenemos presupuesto, ni comodidades, ni lugar y mucho menos seguridad».

Un bonito por un pedazo de pan

Los operarios trabajan haciendo alfombras, manualidades y bolsas de residuos. «Tenemos clientes como la Municipalidad y el Hospital que son nuestros grandes compradores pero no alcanza. Otros años los chicos cobraban un incentivo pero ahora los ingresos apenas sirven para comprar insumos y mantenernos», explicó Fassina.

El Municipio también aporta el transporte de los chicos (Los operarios). El resto está a merced de la buena voluntad de la población.

Si uno mira alrededor, la población con personas discapacitadas que hay en la ciudad crece. De hecho, el Club A. Trebolense ya alberga a 20 deportistas discapacitados. La única casa que tienen cuando crece, que los mantiene entretenidos, con terapias y con trabajo, es el Taller Protegido. Un lugar en el que sus empleados cobran en negro y los operarios ni siquiera cuentan con un seguro.

En tiempos como estos, la dignidad que pedimos a gritos en las redes sociales se cae a pedazos, la indiferencia de la ciudad lastima y las decisiones de quienes nos dirigen nos hieren con su pasividad.

Francisco Díaz de Azevedo

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