En 2006, un sueldo promedio era de $ 1.570 y hoy es de $ 4.935. En seis años la cantidad de papeles circulantes creció más de cuatro veces.

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Por la inflación, el billete de $ 100 vale cada vez menos – Pero el Gobierno se niega a imprimir de mayor denominación. Cuando llegaron los primeros, de la mano de los Reyes Magos en 1992, equivalían a 100 dólares. Hoy alcanzan, si los controles lo permiten, para comprar poco más de 20 verdes. En 2004, con uno solo de nuestros violetas, podían adquirirse hasta 73 litros de leche. Hoy, sólo sirven para llevarse 21. En el taxi, en el cine, en el supermercado, lo mismo. Donde sea, el poderoso billete de 100, el as de espada de nuestra billetera, ya no es lo que era. No será un cuatro de copas, pero en el truco de nuestra economía apenas alcanza para hacer primera. Y mientras cada vez más piensan en agrandar la familia con nuevos y más poderosos superhéroes, el gobierno sigue apostando todas las fichas a él, aunque 20 años después haya perdido un 80% de su valor y cueste más imprimirlo. Todo por no reconocer la kryptonita monetaria llamada inflación que viene carcomiendo el valor de nuestro ex superhéroe.

Los billetes de Roca nacieron con la convertibilidad, el 6 de enero de 1992. Y desde entonces, sólo se modificó su línea en 1997 y se fueron agregando series. La última, la T, pero ya está previsto llegar hasta la Z. Hay varios indicadores que demuestran que ya no son lo que eran. Algunos cotidianos y otros estadísticos. Entre los primeros, está el que rinde cada vez menos a la hora de cargar el carro en el supermercado. Cuando hace ocho años permitía llevarse hasta 16 kilos de asado, hoy apenas deja hacerse de 2 kilos y medio. Si en 2004 uno quería gastárselo todo en yerba podía volver a casa con 25 kilos, mientras ahora no llegaría a 5. El changuito de diez productos básicos que mide Clarín los viernes en la sección Consumo lo demuestra: en la primera semana del relevamiento, pasó de 205,33 pesos a 215,24. Otra cifra es elocuente del poder de efectividad que perdió el billete en los últimos años. En 2006, el sueldo promedio de un trabajador privado en blanco era de 1.570 pesos y hoy es de 4.935.

En un taxi, que desde el próximo domingo será un 12% más caro en la Capital, pagar con un billete de 100 no sólo no se considera ya un sacrilegio para el chofer sino que se vuelve cada vez más necesario y en los cajeros automáticos su presencia va desplazando a los papeles de menor valor. Según le contó a Clarín una fuente de una empresa de caudales, en la mayoría de las recargas se usan sólo billetes de 100. «En los cuatro cartuchos en los que tradicionalmente se ponían billetes de 10, de 20, de 50 y de 100, ahora todos los clientes piden que lleven de 100 y, a lo sumo, uno con papeles de 50» reveló la fuente. Aseguró también que en los últimos meses se multiplicaron los llamados «servicios de emergencia», que reciben las empresas cuando los clientes piden que se recargue un cajero que se quedó sin dinero antes de lo calculado o de la siguiente recarga programada.

En julio de 2003, los papeles de 100 representaban el 31% de la cantidad de billetes en circulación: 180,7 millones de los 586,8 que estaban en ese entonces en manos del público y los bancos. Tres años después, eran el 39,3% y hoy ya son más de la mitad: al 29 de junio, según el Banco Central, de los 2.966,8 millones de billetes que circulaban, un 56% (1.660 millones) eran papeles de 100. Mientras desde julio de 2006, su cantidad se multiplicó por cuatro, no pasó lo mismo con los billetes de menor valor. La cantidad de los de 10 no llegó a duplicarse y la de 20 cayó, mientras que la de 50 fue la única que le siguió el paso. En los últimos siete años, 7 de cada 10 billetes autorizados por el Banco Central fueron de 100 y a este ritmo, sus hermanitos menores tenderán a desaparecer. El crecimiento de la bancarización en los últimos años no fue suficiente para evitar la pérdida de valor de los de 100.

En 2009, un informe interno del Banco Central aconsejaba la emisión de billetes de 200 y 500 e incluso se llegó a pensar en ilustrarlos con los Premios Nobel argentinos y otras personalidades destacadas para los festejos del Bicentenario. Pero la idea no prosperó y el gobierno sólo tiene como meta imprimir más billetes de 100 en la ex Ciccone, pese a los cuestionamientos.

Mientras tanto, en el Congreso, varios proyectos van en el sentido contrario. Una iniciativa del diputado (CC) Alfonso Prat Gay, que ya había presentado en 2004 cuando presidía el BCRA en tiempos de Néstor Kirchner, logró dictamen en la comisión de Finanzas el año pasado. Proponía también la emisión de billetes de 200 y de 500, pero se frenó en la comisión de Presupuesto y Hacienda. En marzo de este año diputados del peronismo crítico presentaron un proyecto similar. «Un billete de mayor denominación permitiría aliviar los problemas de falta de efectivo en los cajeros automáticos, reducir los costos de transporte en camiones de caudales, acotar los riesgos de salideras bancarias al transportar paquetes de dinero con volúmenes más pequeños y menos vistosos y reducir el costo de impresión», dicen los fundamentos del proyecto que firman Ramón Puerta, Alberto Pérez y Claudia Rucci, entre otros. La iniciativa más reciente fue presentada por la senadora oficialista Ada Iturrez de Capellini, que también propone emitir billetes de la misma denominación, aunque con las efigies de Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón. Prat Gay y Oscar Aguad coincidían en Yrigoyen, pero se inclinaban por Alberdi y los justicialistas disidentes prefieren a Perón y al coronel Pringles.

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