Se intenta así aliviar la crisis del sistema bancario.

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Anuncian un salvataje gigante de la eurozona para España: 100 mil millones de euros – Es el cuarto país de la eurozona que recibe un rescate luego de Irlanda, Portugal y Grecia. La Unión Europea apretó ayer las clavijas a Mariano Rajoy, presidente del gobierno conservador de España, y forzó un pedido de rescate bancario de hasta cien mil millones de euros (US$ 125.000 millones). De ahora en adelante, los europeos vigilarán a España desde adentro y se meterán en todos los temas que vulneren sus estrictas condiciones de rescate. España ha perdido soberanía como antes le sucedió a Grecia, Irlanda y Portugal donde los gobiernos que negociaron estos salvatajes acabaron al final desbaratándose.

El ministro de Economía, Luis de Guindos, se esforzó en el anuncio de la medida para negar que se tratara de un rescate. Aseguró, en cambio, que se trata «de un préstamo que se recibe en condiciones más favorables que las del mercado» y añadió que el plan de auxilio no incluirá demandas de mayores ajustes.

Pocos le creyeron.

La escalada para que España pidiera la aplicación del mecanismo de rescate lleva dos semanas y ha sido cada vez más alevosa. La prisa de los europeos tiene que ver con el hecho de que ha sido España el centro de la tormenta por la crisis del euro pero, sobre todo, por la necesidad de estabilizar la situación antes de las cruciales elecciones griegas del próximo domingo 17 de junio. Es de enorme importancia, tanto para la Unión Europea como para EE.UU., que ganen los comicios los partidarios de continuar en la moneda única.

Todo se precipitó a partir del lunes pasado cuando se consolidó la versión de que el Eurogrupo (los países de la Unión Europea en los que circula la moneda única) no quería esperar más.

Rajoy repitió que iba a esperar el informe del Fondo Monetario Internacional y de las dos auditorías independientes contratadas por España para investigar los agujeros en los bancos.

El FMI no perdió el tiempo y adelantó el informe que aterrizó en Madrid dos días antes de lo previsto. Al mismo tiempo se indicó que el plazo final para torcerle el brazo a los españoles vencía el sábado en una reunión de emergencia del Eurogrupo.

Para apurar más el trámite, el debate se realizaría por teleconferencia. Rajoy continuó con sus negativas pero todo se precipitó en cascada. La resistencia final fue sobre el control del acuerdo por el FMI. Rajoy no quería al organismo ahí por el costo político añadido. Pero su directora, madame Christian Lagarde, abordó un avión y se presentó en Bruselas para estar en la conferencia donde se consagraba su papel de severa madrastra de España.

El informe del Fondo señaló que las entidades bancarias españolas más débiles necesitaban aumentar sus reservas en, al menos, 40.000 millones de euros. «Existen aún importantes vulnerabilidades en el sistema». Alertaba que «la recesión podría aumentar el agujero del sistema bancario». Envenenado pronóstico porque a España le quedan por lo menos dos años de recesión.

Este 2012 la economía se contraerá 1,8 por ciento del PIB .

El examen del Fondo «no ha tenido por objeto establecer una cifra definitiva para las necesidades de capital, sino detectar deficiencias críticas en algunos segmentos e instituciones determinadas».

Según el ministro de Guindos, la ayuda de los cien mil millones de euros se realizaría mediante la entrega de las sumas europeas al Fondo de Restructuración Ordenada Bancaria de España, que las haría llegar a los bancos que pidieran el rescate. «El gobierno español tendrá la total responsabilidad de la asistencia financiera», precisó el Eurogrupo. O sea, ninguna duda de que el Estado español deberá devolver los fondos en un plazo de 15 años al 3% y 4% de interés.

Por supuesto, a cambio habrá un severo control no sólo de los bancos sino también de la política económica global. El Eurogrupo vigilará «de cerca y de forma regular» que España mantenga las constantes macroeconómicas y sus esfuerzos para el cumplimiento del déficit.

Las condiciones derivadas de esta ayuda financiera quedarán limitadas al sistema financiero español, «y no afectarán al conjunto de la sociedad», explicó De Guindos, en otro intento por diferenciar la ayuda a España del rescate de otros países como Grecia, Irlanda y Portugal, cariñosamente llamado «el grupo de los parias» en Bruselas.

España, cuarta economía de Europa, es demasiado grande como para seguir jugando a estirar la situación para salvar la cara. Hace diez días que Rajoy se empecinó en negar el rescate, una palabra que gobierno y PP niegan a trancas y barrancas. Solo se trata de una «ayuda» de los socios. Primero fue José Luis Rodríguez Zapatero que, cuando empezaron los signos nefastos de la crisis, negó que tal fenómeno existiera. Lo que sucedía era una «desaceleración».

Pero negar la realidad no significa que la crisis no se abatiera con ensañamiento sobre España y que el rescate terminara por hacer sentir sus rigores a partir de ahora.

El gobierno hacía anuncios de déficit que, de pronto, crecían desmesuradamente. Cuando se anunció que, además de una primera inyección de 4.465 millones de euros en el grupo Bankia –con 10 millones de clientes–, había que volcar nada menos que otros 19.000 millones de euros, los europeos estallaron. El director del Banco Central Europeo, habitualmente diplomático, clamó que España había hecho las cosas «de la peor manera posible».

Anoche se conocieron las primeras reacciones. El ministro federal alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, afirmó que España «se encuentra en el camino correcto» para resolver sus problemas financieros.

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