En la segunda vuelta de las municipales, el partido oficialista perdió su gran bastión, Milán. En Nápoles sufrió otra dura derrota.

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La centroizquierda arrasa y da una paliza electoral a Berlusconi – Y también en Verona y Trieste. La oposición controlará ahora las grandes ciudades. El premier dijo que no renunciará. El primer ministro conservador Silvio Berlusconi entró ayer en la agonía política al perder con humillantes resultados en Milán y Nápoles, las dos grandes ciudades que estaban en juego en los balotajes de la segunda vuelta de las elecciones municipales parciales, en las que votó el 60% de los electores. En la primera, la oposición de centroizquierda –que avanzó arrolladora de norte a sur–, ya había logrado hace dos domingos la victoria con la mayoría absoluta en Turín y Bolonia. Los resultados mostraron que los vientos de cambio predominan a nivel popular.

Desde Rumania, donde se encuentra en visita oficial, Berlusconi dijo que no renunciará y que dará un nuevo y fuerte impulso a su partido y al gobierno.

El desastre electoral se extendió ayer a otras ciudades importantes como Cagliari, Trieste y Verona. En la capital de Cerdeña triunfó Massimo Zedda, de 35 años, con casi el 60% de los votos en favor de la centroizquierda. Una avanzada de dimensiones extraordinarias que puso fin a la tradición conservadora de Cagliari, donde la centroderecha gobernaba ininterrumpidamente desde 1946.

El «boom rojo» se convirtió en una avalancha aplastante en Nápoles, donde el ex juez Luigi De Magistris trepó al 65.37%, con treinta puntos de diferencia sobre el candidato de Berlusconi. La magnitud del triunfo de De Magistris significó un triunfo para el líder de su partido, Italia de los Valores, del ex fiscal anticorrupción Antonio Di Pietro, quién inmediatamente pidió la renuncia de Berlusconi.

En Nápoles, la centroizquierda gobernó durante una década y su imagen se había desprestigiado mucho, pero De Magistris logró revitalizarla.

En Milán, el abogado ex comunista Giuliano Pisapía ganó con una ventaja de 10 puntos (55.1% a 44.9%) a la alcalde de la rica capital del norte, Letizia Moratti. Hacía veinte años que las derechas gobernaban Milán, la tierra del premier, siempre con triunfos con mayoría absoluta que hacían innecesaria una segunda vuelta.

Berlusconi buscó debilitar el triunfo de Pisapía en la primera vuelta con la estrategia del miedo, acusando al abogado de izquierda de ser «un extremista» y de querer convertir a Milán en «la Stalingrado de Italia», en una «gitanópolis» y en una «ciudad islámica».

Pisapía, jurista hijo de un célebre abogado, tiene modos elegantes y pasó de la educación católica a los grupos estudiantiles de izquierda. Fue también miembro de Refundación Comunista. Hoy se lo considera un moderado de «sinistra».

En Milán y Nápoles se organizaron grandes fiestas para celebrar las victorias. Tanto Pisapía como De Magistris llamaron por teléfono al presidente de la República, Giorgio Napolitano, muchas veces hostigado por Berlusconi, para decirle «sos el gran ejemplo».

Pisapía dijo que su objetivo era «liberar Milán» y devolverla a la condición de ciudad amable y próspera. Decenas de miles de milaneses acudieron a aplaudirlo.

En Nápoles, Luigi de Magistris, una de las «togas rojas» detestadas por Berlusconi, anunció su intención de lograr que el escritor Roberto Saviano, el célebre autor de «Gomorra», volviera a caminar libre por las calles.

Saviano fue condenado a muerte por la camorra, la mafia napolitana, por las denuncias de su libro. En la plaza del municipio se juntaron miles de napolitanos para celebrar la victoria.

La geografía del poder local ha salido totalmente cambiada en las elecciones municipales, en las que en esta segunda vuelta fueron convocados seis millones de ciudadanos para elegir a los intendentes de 88 municipios.

La oposición de centroizquierda ganó el control de nueve de los trece municipios en las principales urbes. Los observadores señalaron que ahora la «sinistra» gobernará prácticamente en todas las grandes ciudades más ricas, en el norte de Italia.

Una realidad inconcebible hasta hace quince días, cuando ningún analista pronosticó que la centroizquierda reviviría en las regiones septentrionales italianas, firmemente en manos de la coalición entre el PDL de Berlusconi y la Liga Norte de Umberto Bossi.

En Novara, una ciudad del Piamonte que es feudo del presidente de la región, Roberto Cota, de la Liga Norte, el candidato de centroizquierda batió todos los pronósticos, imponiéndose con casi el 53% de los votos.

La «sinistra» también ganó en la provincia y el municipio de Trieste, en otro resultado sorpresivo.

Berlusconi sufrió una humillante derrota en Arcore , el suburbio milanés donde tiene su principal residencia, escenario de los escándalos de índole sexual que le han costado un proceso, acusado de abuso de poder y prostitución de la menor marroquí Ruby «Robacorazones».

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