La policía se replegó ante las manifestaciones y no hay seguridad.

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Más caos y saqueos en Egipto: Mubarak promete reformas – Los vecinos armaron grupos de defensa para enfrentar a las bandas que asaltan comercios y viviendas. El presidente anunció anoche cambios constitucionales y legislativos. El duro régimen de Hosni Mubarak se resiste a dejar el poder, pese a la intensidad de las protestas. La población tampoco está dispuesta a dejar pasar este momento histórico y desafía el toque de queda y la represión con masivas manifestaciones que obligaron a la policía a replegarse, lo que ocasionó un estado de anarquía, saqueos y vandalismo en la capital de la república árabe.

En un desesperado intento por frenar el incendio del país, el presidente dio anoche otro mensaje por televisión. Dijo que le encargó a su nuevo primer ministro, Ahmad Chafic, que promueva la democracia mediante el diálogo con la oposición y devuelva la confianza en la economía del país. «Ante todo, pongo el acento en la importancia de implementar completa y urgentemente nuevas medidas, duraderas, para realizar más reformas políticas, constitucionales y legislativas mediante el diálogo con todas las partes», afirmó. Y prometió tomar medidas para resolver la inflación y alta desocupación.

La oposición, identificada con el Premio Nobel de la Paz Mohammed El Baradei –quien encabezó una de las protestas–, ejerció presión para que el presidente abandone el país como única manera de «salvar la Nación». En ese marco, Estados Unidos comenzó a soltar la mano a su aliado en la región y salió a pedirle a Mubarak que inicie negociaciones con los partidos opositores para lograr «una transición ordenada del poder» .

Las protestas no decrecen. Ayer continuaron en El Cairo, Alejandría, Suez, el centro industrial de Mahalla y otras ciudades. Más de 150 personas murieron en la represión ejercida por la policía, según estimaciones médicas y de la cadena Al Jazeera.

En cambio el Ejército, que tiene fuertes vínculos con el pueblo, se mantuvo expectante. Desplegó sus fuerzas en lugares clave, con tanques en algunas esquinas, y sus aviones caza sobrevolaron la capital a baja altura.

Al caos reinante se sumó un ingrediente más. Aprovechando la falta de seguridad –la policía se había replegado a los cuarteles desbordada por la multitud– bandas de delincuentes saquearon supermercados, comercios y hasta casas particulares.

«A raíz de la gran fuga de reclusos que hubo –se calcula que unos 6.000 huyeron de las cárceles–, la calle se vio llena de delincuentes, ladrones y asaltantes», contó a Clarín el consejero Ricardo María Betta Roel, jefe de la Sección Consular argentina en El Cairo.

«Como la policía se replegó, El Cairo se convirtió en tierra de nadie y comenzaron los saqueos . Había bandas que iban en autos, motos o caminando, tratando de asaltar no sólo comercios, sino también domicilios particulares».

Ante el terror que sembraron las pandillas con su vandalismo, los vecinos se organizaron para defender su barrio. «La ciudad quedó desprotegida y ahí empezaron a funcionar milicias barriales para proteger a sus familias, sus bienes, sus negocios. En cada esquina, grupos de vecinos pusieron barreras con lo que tenían, vehículos y otros objetos, y montaban guardia.

Se defendían con cuchillos, palos o hierros . Hacían controles de todo el que pasaba y cuando sospechaban de alguien o atrapaban a un delincuente, lo llevaban a los puestos que tenía el Ejército», contó el diplomático. «Eran grupos de gente joven que buscaba defender su barrio. En algunos casos estaban armados, yo vi cómo sacaban escopetas y pistolas del baúl de un auto, pero siempre para defenderse», agregó.

Fuentes locales, citadas por The Guardian, hablaban de la acción de policías de civil, infiltrados en las bandas de delincuentes con el objetivo de aterrorizar a la gente y crear una situación de pánico, para así justificar su presencia y disminuir las protestas.

Como la situación tendía a agravarse y los enfrentamientos recrudecían, Ahmed Shafiq le ordenó a la policía antimotines que vuelva a patrullar las calles para brindar seguridad.

«Ahora, aparentemente, estaría mejorando la situación, va disminuyendo la inseguridad porque se empieza a notar la presencia de uniformados, pero aún hay milicias en las esquinas. Esos piquetes de 8 o 10 personas están, pero más dispersos.», explicó Betta Roel.

Fuente: Clarín.com

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