La Casa Blanca ordenó rever todos los sistemas de seguridad, no sólo de la diplomacia sino del Pentágono.

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Por el escándalo, EE.UU. revisa el manejo de los datos secretos – Y creó un equipo especial para investigar. Hillary dijo que la filtración de 250.000 documentos «pone en riesgo muchas vidas». Si con los atentados del 11 de setiembre los estadounidenses descubrieron qué vulnerables son a un ataque terrorista, con la filtración a la prensa de más de 250.000 documentos confidenciales del Departamento de Estado, quedó en claro cuán vulnerables son a un ataque cibernético. ¿Cómo es posible que alguien haya podido «robar» semejante cantidad de información confidencial de los sistemas informáticos del Departamento de Estado sin que haya sonado ni siquiera la más mínima alarma? Mas allá del enorme impacto diplomático que ha tenido la filtración de toda esa información, al Departamento de Estado y a las agencias de seguridad estadounidenses les llevará años recuperar la confianza que los gobiernos e informantes extranjeros tenían depositada en la confidencialidad de sus documentos.

Es por eso sin duda que la Casa Blanca ordenó ayer la revisión de todos los sistemas de seguridad electrónicos que protegen la información no sólo de la diplomacia estadounidense sino también la del Pentágono y otras agencias de seguridad.

Paralelamente el Secretario de Justicia, Eric Holder anunció que está en marcha una investigación judicial sobre lo que la Casa Blanca ha calificado de «crimen».

«Todavía no estamos en posición de anunciar el resultado de esta investigación», dijo Holder añadiendo que «Si encontramos a alguien que haya quebrado la ley estadoundiense, será juzgado», dijo Holder.

En EE.UU., dar a conocer un documento clasificado es ilegal. Hasta ahora hay sólo un detenido en relación con la filtración de los documentos. El soldado Bradley Manning se declaró culpable de haber filtrado un video y de haber participado en la difusión de los documentos relacionados con la guerra de Irak. Pero todavía no está en claro cuál fue el papel del presidente de Wikileaks, Julian Assange, en la filtración ni tampoco quienes fueron los cómplices en EE.UU.

Durante el encuentro que tuvo con la prensa ayer al mediodía, la Secretaria de Estado, Hillary Clinton estaba entre preocupada y enojada.

El presidente Barack Obama se mantuvo en silencio, delegando en su canciller el trabajo de condenar duramente el «robo» que, según ella, «pone en riesgo muchas vidas, amenaza nuestra seguridad nacional y socava nuestros esfuerzos para trabajar con otros países».

Estados Unidos «condena profundamente la publicación de cualquier documento cuya intención era que fuera confidencial, incluidas discusiones privadas entre los socios, o las declaraciones y observaciones personales de nuestros diplomáticos», dijo, explicando, además, que lo documentos filtrados no son realmente un reflejo de la política exterior de Estados Unidos .

Según la canciller, «nuestra política es un asunto público, como se demuestra en nuestras declaraciones y en nuestros actos en todo el mundo».

Hillary confirmó que se están tomando «fuertes medidas para atrapar al responsable que ha robado esos documentos» y también que se van a tomar «acciones específicas» en el Departamento de Estado y se van a adoptar nuevos protocolos de seguridad en el Departamento de Defensa y otros Departamentos para proteger la información y para que filtraciones como esa no se repitan.

El Departamento de Estado comenzó el operativo para reparar el daño producido por la filtración, incluso antes de que la misma tuviera lugar.

La secretaria de Estado hizo múltiples llamados a los gobiernos más afectados aunque todavía no está claro si hubo algún llamado a la Argentina.

También desde el viernes funciona en seno de la Cancillería estadounidense una Fuerza de Tareas destinada a dar respuesta a todos los problemas que van surgiendo a medida que se van conociendo los documentos.

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